
En este texto, Connor Rincón reflexiona sobre la relación entre las ideas de derecha y el uso de las redes sociales entre los adolescentes y jóvenes
Por Connor Orion C. Rincón*
La pregunta que me hago en este ensayo sobre la cultura actual en Latinoamérica y en el mundo es: ¿por qué se viralizan y popularizan ideas que van en contra de los derechos humanos y las libertades? Este es un tema central pues trata sobre el cambio de valores en nuestras sociedades en la tercera década del siglo XXI.
Desde mi punto de vista, estos ideales retrógrados vienen de la viralización de discursos que llevan consigo todo el retroceso social que hoy podemos escuchar, leer, ver y hasta percibir en cada una de las redes sociales que tenemos a nuestra disposición como individuos. Ya que gracias a los algoritmos que controlan cada una de las redes, de forma individual y colectiva, nos están bombardeando constantemente con aquello que queremos escuchar o creer, sin ver otros puntos de vista sobre la realidad; haciendo así que, la supuesta “información” que está llegando a los topes de popularidad entre un alto porcentaje de los jóvenes transmita la idea confianza y falsos ideales que, en vez de ayudar a avanzar a ser y tener sociedades más libres y justas, promueven ideas conservadoras que van en contra de los derechos y las libertades.
Como lo dijo en una entrevista en el portal Sin Embargo el activista Emma Brunel: “hay influencers que promueven ideas de derecha de manera sutil a través de videos en donde están cocinando, están en el gym, están haciendo actividades familiares, pero el mensaje de fondo es el de promover la idea de una familia tradicional, en contra de los derechos de las diversidades sexuales”.
Este problema aparece cuando los generadores de contenidos en redes sociales son los responsables de transmitir una ideología que, desde mi punto de vista, parece preocupante, ya que esta forma de pensar es transmitida a toda una generación, dejando a los individuos con la creencia de que existe una supuesta “sociedad” en donde no deben existir los derechos humanos de las personas, lo cual es preocupante, porque ellos son creadores de contenido, con una base de personas que les siguen, a veces cientos de miles, quienes creerán lo que estos generadores de contenido les digan.
Por ejemplo, la creadora de contenido @ella.daze, en su página, da su opinión al respecto: “me niego a pensar que ser una mujer fuerte, exitosa y líder es tener energía masculina, no mamen o que si tienes alguna de estas características no vas a atraer a un hombre de verdad. Hermana, a un hombre de verdad no le va a intimidar el éxito de su pareja… la idea de ser una mujer que sigue valores tradicionales suena muy bien, hasta que ves el precio que hay que pagar, la idea de ser una mujer mantenida suena de huevos, hasta que ves que dependes completamente de esa persona y que esa persona tiene control absoluto sobre ti”.
A propósito de esto, el creador de contenido @soyalanvargas dice que este fenómeno que tiene y difunde los valores conservadores radica en los contenidos que se observan en redes, y más sabiendo que ahora estamos ante “una generación que ya no migró de una era analógica a una digital, sino que nació dentro de una era digital”. Y es que la encuestadora Ipsos revela que, en 31 países, entre ellos México, hay un vuelco hacia el conservadurismo entre hombres de 18 a 20 años, indica que el 60% de los jóvenes que encuestaron consideran que la igualdad de género discrimina a los hombres y que ha llegado demasiado lejos.
Este tema empieza a ser preocupante, ya que en las últimas generaciones se pueden percibir las ideas conservadoras desde lejos, ideas en contra de las libertades y la diversidad de pensamiento. A través de las redes sociales y diferentes medios podemos ver cómo se están presentando estas ideas que las organizaciones sociales y activistas se tardaron tantos años en desmentir y desestimar, pues hoy en día podemos encontrar de forma muy sencilla cómo mi generación, jóvenes entre los 16 y los 25 años, está apoyando cada vez más a los pensamientos y creencias retrógradas, a través de términos que se adecuan a nuestro propio léxico.
En muchas ocasiones se fomentan ideas como "hombre o mujeres de alto valor" para proceder a explicar roles de género que fácilmente pudieron ser impartidos en los años 50's del siglo pasado; por esta misma línea tenemos la idea de "la energía masculina y femenina", por dar los ejemplos más sonados; pero esto no se detiene aquí, también esto se refleja en los temas socio-económicos y socio-culturales. Un ejemplo de ello es el contenido que tiktokers como Martha Higareda, quienes están promoviendo entre millones de usuarios la idea exclusiva de la familia tradicional que debe existir basada en la fe católica.
Uno de los epicentros más fuertes de los retrocesos ideológicos presentes está en los llamados “trens” que incitan a la promoción de esta nueva ola de conservadurismo por medio de lo que llamamos estilo de vida “core’s o aesthetics”. En las definiciones de estos se presentan inclinaciones políticas, pensamientos sociales, creencias religiosas, aspiraciones familiares o hasta posiciones que enfrentan peligrosamente a los derechos humanos reconocidos en las últimas décadas.
Al respecto, en el artículo “¿Por qué los jóvenes acuden cada vez más a posiciones de extrema derecha?”, escrito por Héctor Juanatey, se menciona cómo otra vez en el internet se abren estos espacios de misoginia y pensamientos derechistas, con tal de mantener al usuario consumidor inmerso en contenidos que lo hacen sentirse seguro y en una supuesta idea de “bienestar”, mientras que contribuye a reproducir ideas de opresión y victimización de sí mismo a raíz de la expresión y diversificación a su alrededor.
Y es esta saturación de pensamientos, ideologías y desinformación en cada una de nuestras redes sociales que ha hecho que un porcentaje preocupante de la sociedad juvenil se muestre renuente a soltarse de estos pensamientos conservadores. Pues la cantidad de machismo, homofobia, transfobia, xenofobia, racismo y demás temas se estén viendo reintegrados a la sociedad en porcentajes que rodea al 44.1% de los jóvenes, según resultados dados a conocer por el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) en el 2023, en el estudio titulado “Percepciones sobre la igualdad entre hombres y mujeres y estereotipos de género”.
Esto no se restringe a las interacciones sociales, ya que está siendo claro en ambientes políticos y económicos. Esto se puede ver con claridad, por sí solo, en los resultados de votaciones políticas en los últimos años en donde han ganado candidatos conservadores, por ejemplo en Argentina con la elección del presidente Javier Milei (2023), Estados Unidos con el ascenso de Donald Trump (2016-2020, y apoyo y elección 2024), España – VOX (últimos años), Brasil – Jair Bolsonaro (2018-2022) e Italia – Georgia Meloni (2022), y este último dato resalta pues, aunque Meloni es mujer, su discurso ultraconservador atrajo a jóvenes católicos y varones nacionalistas, antinmigrantes, machistas y homofóbicos.
Por otro lado, de esta problemática está lo que me gustaría llamar la “di generación”, puesto que este retroceso en el pensamiento ha provocado que esta generación se divida en dos: en todos los resultados quienes encabezan esto son los hombre entre 18-30 años, y ellos son quienes reproducen en mayor medida estos pensamientos retrógradas, mientras que la mayoría de las mujeres a su vez se muestran renuentes a soltar su progresismo y su lucha, lo cual conflictúa a la parte masculina (y una pequeña parte de las mujeres) de esta generación, dando como resultado una disputa entre nuestro segmento generacional.
Esta división de desarrollo general ha hecho que mientras una parte se muestre más progresista y centrada la otra se desenfoque y se muestre más violenta, poniendo así a muchas de las personas en lugares muy vulnerables. Por ejemplo, en mi caso he sido víctima de burlas por mi forma de ser y de pensar, pues escucho a los compañeros de aula cuando hacen sus “chistes” de mal gusto y empiezan a sonar como machistas y con ideas que vienen de verdaderas creencias que escucharon en las redes.
Esto deriva de aquello que nos muestra y se establece en los algoritmos de cada una de nuestras redes sociales con los chistes o discursos que nos permiten ver o compartir sin importar lo éticamente cuestionables que son, solo dándonos a creer una idea frente a una realidad que nosotros mismos moldeamos con la ola de importaculismo, rechazo y hasta modelos a seguir que encontramos en las plataformas de acceso fácil que diario consumimos.
En conclusión, mucho con lo hoy en día convivimos y consumimos nos deja ver cómo la generación z se divide y un lado parece no avanzar. Es más, ni siquiera se logra un estancamiento de lo que ya se había conseguido desde generaciones atrás, ya que se está retrocediendo de una forma abismal, preocupante y contundentemente peligrosa; el hecho de que partes de la sociedad hayan logrado avances, representaciones, derechos, respeto y visibilización incomoda a la forma de vida de quienes antes jamás se les reclamaba o decía que no, y esto los desorienta, dándoles una falsa sensación de vulnerabilidad y recesión social.
Esto es alimentado a través de las redes sociales y sus creadores de contenido arrastrando a los más jóvenes hacia esta narrativa, otorgándoles la razón de su pensamiento acompañado por una comunidad con sus iguales dando un sentimiento de pertenecía, apoyo y refugio, aunque sea un confort basado en ideas absurdas. Hay mucho qué pensar sobre la información que estamos consumiendo en redes, y lo más importante es preguntarse, ¿el contenido que veo limita los derechos de los demás?, ¿tú qué opinas?
*Connor Orion O. Rincón es estudiante de la carrera de Ciencias de la Comunicación.