Apenas el 50.2% de los colombianos dice NO a la paz. Te presentamos dos visiones diferentes sobre los resultados del pasado plebiscito
Por Redacción
El Plebiscito realizado el pasado 2 de octubre en Colombia para que el grupo guerrillero-comunista denominado Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) pudiera convertirse en un partido político e integrarse a la vía civil, pacífica y democrática fue una promesa de campaña del presidente Juan Manuel Santos para acceder a la reelección en el 2014, ante las críticas del ahora senador y expresidente Álvaro Uribe, quien ha sido el principal portavoz de la negativa a negociar con las FARC.
En el trasfondo del apoyo al Acuerdo de Paz y su oposición se encuentran dos diferencias sobre el conflicto interno colombiano. Una, la del gobierno de Santos, que considera a las FARC como combatientes políticos, dándoles así la posibilidad de sentarse a negociar un acuerdo; y segunda, encabezada por el expresidente Uribe que considera a las FARC como un grupo narco-terrorista. Esta segunda visión afirma que la única vía legal es el sometimiento de las FARC a la justicia ordinaria colombiana sin reconocer que en esta guerra participaron más actores que violentaron a la población civil, como el narcotráfico, los grupos paramilitares y las fuerzas del orden. En resumen, los opositores al Acuerdo firmado en Cartagena argumentan demasiadas prerrogativas para los integrantes de la guerrilla, pues sus principales líderes no pagarían cárcel, dado que el Sistema de Justicia Transicional al que se someterían, los condenaría a pagar sólo penas alternativas.
Ante este panorama, se ha perdido una oportunidad para finalizar un conflicto con 52 años de antigüedad que ha dejado 218 mil muertos, el 80% de ellos civiles, 27 mil secuestros, 25 mil desparecidos, entre otras cifras.
Desocupado platicó con dos escritores y jóvenes intelectuales de origen colombiano que hace tiempo publican poesía, entrevista y/o ensayo, además de participar activamente en la academia, el periodismo, la literatura y en la gestoría cultural en México, quienes conocen profundamente el tema colombiano, la violencia, los efectos del narcotráfico y la desmovilización de grupos paramilitares o guerrilleros.
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Javier Moro Hernández nació en Bucaramanga, Colombia en 1976. Es poeta, periodista y promotor cultural. Estudió Comunicación Social en la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco y realizó estudios en Letras en la Universidad Iberoamericana. Es autor del poemario Mareas (Abismos, 2013), colabora en diversos medios literarios como el suplemento cultural de La Jornada de Aguascalientes y las revistas Suplemento de Libros, Noiselab o BunkerPop.
Sebastián Pineda Buitrago nació en Medellín, Colombia, en 1982. Es doctor en Literatura Hispánica por El Colegio de México, profesor en Filosofía y Letras de la Universidad Iberoamericana, Campus Puebla, es autor de Tensión de ideas: el ensayo hispanoamericano de entreguerras (UANL, 2016) y una Breve historia de la narrativa colombiana (Siglo del Hombre Editores, 2012), entre otros libros.
Cada uno de ellos tiene una postura diferente sobre el Plebiscito votado el pasado 2 de octubre en el que apenas el 50.2 % de los votantes rechazó la posibilidad de los Acuerdos de Paz con las FARC frente a un 49.8% que estaba a favor, con 60% de abstención, cifra que hace recodar el Brexit británico con el que Inglaterra se separa de la Unión Europea con importantes consecuencias para los mercados internacionales y la dinámica cultural, laboral y social de la Europa unida.
A ambos les hicimos 5 preguntas sobre su postura a favor o en contra de los Acuerdos de Paz y esto es lo que contestaron:
Javier Moro Hernández
1.- ¿Por qué la decisión de no permitir que las FARC se conviertan en un partido político es correcta o incorrecta?
El Acuerdo de Paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC buscaba dar fin a una guerra civil iniciada hace 52 años. El Plebiscito contemplaba la posibilidad de que esta guerrilla nacida como un grupo de autodefensa campesina en el departamento del Tolima en la llamada época de “La violencia”, y que después se convertiría en un ejército guerrillero comunista, se transformara en un partido político, algo que las FARC no han delineado aún, ya que el Décimo Congreso no definió el proceso que seguirían una vez incorporados a la vida política del país. El Acuerdo le otorgaba a la guerrilla 10 curules en la Cámara de Representantes, aspecto que causó resistencia tanto por la derecha como por un grueso sector de la población. Pero el Acuerdo de Paz abarcaba también los puntos de una reforma rural, el resarcimiento a las víctimas, el tema de las drogas, el cese al fuego, el desarme y la implementación. El Acuerdo creaba un Sistema de Justicia Transicional especial para juzgar a los miembros de la guerrilla, quienes tendrían que desmovilizarse y dejar las armas mientras se concentraban en 15 campamentos supervisados por la ONU. Para poder ser juzgados en este Sistema los guerrilleros tendrían que confesar los crímenes que hubieran cometido, para acceder a penas alternativas. Este era otro de los temas que causó mucha molestia y que generó que el 50% de los votantes (con abstención del 60%) votara en contra.
2.- ¿Cuáles serán las repercusiones del resultado del Plebiscito?
La victoria del No al Acuerdo de Paz deja en el limbo los cambios constitucionales que el gobierno del presidente Santos necesita hacer para que sea factible. Su gobierno convocó para el lunes 3 de octubre a todos los partidos políticos de Colombia a abrir un diálogo nacional, pero el Partido Centro Democrático, dirigido por el expresidente Uribe, se negó a asistir y anunció su exigencia de que los miembros de la guerrilla vayan a la cárcel y no participen en política. Los partidarios del Centro Democrático, que se asumieron como los grandes ganadores del plebiscito del 2 de octubre, han manifestado también la necesidad de renegociar el Acuerdo de Paz, algo que los negociadores del gobierno y la guerrilla consideran completamente inviable, aunque la guerrilla también anunció su decisión de permanecer en las mesas de negociación para alcanzar la paz.
3.- ¿Un segundo plebiscito cambiaría la decisión del pueblo colombiano?
En estos momentos de incertidumbre me parece que no es viable realizar un segundo plebiscito. Se deberá tomar en cuenta, sin duda, lo manifestado por las personas que votaron por el No, pero también los opositores deberán presentar propuestas que vayan más allá del mero sometimiento de la guerrilla y abrir espacios de participación política a nuevos grupos de izquierda. La democracia colombiana es una democracia controlada por las grandes fuerzas políticas y la participación de la izquierda política ha estado sometida a presiones violentas ejercidas por diferentes actores gubernamentales y sociales, que han negado sistemáticamente la ampliación de la participación. Solo como un dato, en las últimas semanas han sido asesinados en diferentes partes del país personas vinculadas a la Defensa de los Derechos Humanos y de los Pueblos Indígenas.
4.- ¿Si el pueblo colombiano rechazó la posibilidad de que las FARC se integraran a la vida política debería tener la misma actitud hacia los sobrevivientes de las Autodefensas Unidas de Colombia, relacionadas con los grupos paramilitares?
En 2008 durante el mandato del presidente Uribe se firmó el acuerdo de paz con los grupos paramilitares de derecha conocidos como Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que eran en realidad una confederación de grupos armados para atacar a la guerrilla en diferentes regiones del país, pero entre sus filas militaron varios de los capos más importantes del narcotráfico de los últimos años. Varios purgan sentencia en Estados Unidos y acusan a Uribe de traición. El acuerdo con las AUC fue una amnistía para sus combatientes. Mandos no extraditados pagaron penas de entre siete y ochos años de cárcel aunque no repararon a las víctimas de sus acciones. Al momento de ese acuerdo de paz se inició un proceso judicial en contra de varias figuras de la política colombiana, pues según varios estudios, el 35% de los parlamentarios habían pactado con paramilitares para controlar regiones de donde eran originarios. Estos políticos no se agrupaban en un solo partido por lo cual es muy difícil señalar quién estuvo aliado a los paramilitares; sin embargo, sí hay miembros destacados de las élites regionales del país, herederos del poder político que siguen actuando sin mayores problemas.
5.- ¿Cuál sería la salida correcta para destrabar el conflicto armado entre guerrilla, gobierno, paramilitares y grupos del narcotráfico en Colombia? ¿Cuál sería el método para alcanzar la paz y la justicia en Colombia?
El domingo 2 de octubre se perdió una oportunidad histórica y el proceso de paz quedó en el limbo. Las fuerzas de derecha desestimaron el esfuerzo. El resultado del plebiscito es un duro golpe para miles de víctimas del conflicto armado que habían manifestado su acuerdo al perdón hacia la guerrilla por los actos realizados en su contra. Sin embargo, parece que la sociedad colombiana no está lista para la paz y el perdón. Muchas de las personas que manifestaron su oposición al Acuerdo lo hacen tratando de desconocer las acciones de las fuerzas paramilitares, por ejemplo, que fueron los culpables de la mayoría de las matanzas perpetradas en el país en los últimos 52 años y que muchas veces actuaron apoyadas por miembros destacados de la fuerza pública. El ejército y la policía colombiana también han sido señalados por violar los Derechos Humanos. No ha sido una guerra de buenos y malos, ha sido una guerra sucia en la que muchos participaron y muchos tendrían que pedir perdón. Los promotores del No también señalaron que el Acuerdo de Paz “entregaría” el país al “castro-chavismo”, es decir, a la izquierda. Y éste es un claro ejemplo de la intolerancia política de la derecha colombiana que parece no entender que la diversidad de posiciones y propuestas enriquece a una sociedad. Pareciera que para los seguidores del expresidente Uribe la izquierda política ni siquiera tiene el derecho a existir, a participar en política. La posición de Uribe es ahogar, someter, restringir a la guerrilla. El abstencionismo nos deja la impresión de que Uribe está buscando llevar agua a su molino más que abonar hacia la paz en Colombia. El resultado del plebiscito resulta brutal en varias regiones del país. No será fácil renegociar un Acuerdo que tomó cuatro años firmarse y en el que se gastó mucho dinero. La imagen de Colombia queda maltratada a nivel internacional y la economía del país resentirá la decisión de votar por el No. La incertidumbre no le conviene a nadie. Pero si la decisión es renegociar, el presidente Santos debería impulsar un acuerdo amplio que incluya al expresidente Uribe pero también a las víctimas de todos los actores de este conflicto. Al final, hay que decirlo, la firma del Acuerdo de Paz con las FARC no iba a terminar con todos los problemas políticos de Colombia, sólo era una puerta para poder transitar hacia un mejor futuro. El 2 de octubre, el 50% de los electores decidió cerrar esa puerta. Habrá que esperar para ver cuánto tiempo tarda en abrirse una nueva.
Sebastián Pineda Buitrago
1.- ¿Por qué la decisión de no permitir que las FARC se conviertan en un partido político es correcta o incorrecta?
Es correcta. Hay que impedir que los cabecillas de las FARC se cobijen como partido político, porque ello implicaría exonerarlos de crímenes de lesa humanidad. Implicaría, incluso, que ellos acusen de criminales a quienes se nieguen a adoptar su ideología ya sea marxista-comunista o liberal-capitalista.
2.- ¿Cuáles serán las repercusiones del resultado del Plebiscito?
Que no hay diálogo posible con el terrorismo.
3.- ¿Un segundo plebiscito cambiaría la decisión del pueblo colombiano?
En absoluto. Además el pueblo es una abstracción. El que existe es el individuo, y este suele expresar una cosa en público y otra en privado. Muchos de quienes gritaban por la paz lo hacían porque era lo políticamente correcto. La pregunta del próximo plebiscito, si se hace, debería formularse así: ”aprueba usted el acuerdo de las FARC para un socialismo estable y duradero". (Sí) (No). El error de la izquierda es su falso pacifismo.
4.- ¿Si el pueblo colombiano rechazó la posibilidad de que las FARC se integraran a la vida política debería tener la misma actitud hacia los sobrevivientes de las Autodefensas Unidas de Colombia, relacionadas con los grupos paramilitares?
Las AUC son un correlato de las FARC, no existirían sin ellas. Ambas defienden (¿o defendían?) una economía ilegal.
5.- ¿Cuál sería la salida correcta para destrabar el conflicto armado entre guerrilla, gobierno, paramilitares y grupos del narcotráfico en Colombia? ¿Cuál sería el método para alcanzar la paz y la justicia en Colombia?
Hay que recordar que las FARC son un grupo narcotraficante. Ellos mismos lo han aceptado. También se dedican a la minería ilegal, y probablemente, al saqueo petrolero. Colombia, como México y Venezuela, importa casi todos sus alimentos de Estados Unidos. El falso progresismo petrolero ha ahogado a nuestra agricultura. Se necesita recobrar el cariño por el campo (evoco aquí las silvas a la agricultura en la zona tórrida, de Andrés Bello) y el respeto por las tradiciones católicas. El afán de riqueza económica o de cultura por cultura no llevan a ninguna parte. Austeridad y abstinencia para hacerle frente al imperio angloamericano, que no tardará en reforzar el muro económico-religioso con México.
Imágenes: 1.http://bit.ly/2cSJnWq 2.http://bit.ly/2cTvLW0 3.http://bit.ly/2dda6sJ 5.http://bit.ly/2dK83fG