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UN CONTROVERTIDO MAESTRO

2016-10-10 23:38:28

 

Murió René Avilés Fabila. En este texto, uno de sus alumnos, Eduardo Gálvez, recuerda las jornadas al lado del profesor en la FCPyS de la UNAM, así como en la fundación que lleva su nombre. La figura de Arreola nunca abandonó al autor de Los juegos 

 

Por Eduardo Gálvez*

 

La palabra escritor no permite apreciar en su justa dimensión la labor de René Avilés Fabila. Hay que trazar también su trayectoria como editor de suplementos y revistas literarias, como maestro, mentor, como crítico de la política mexicana, y sobre todo, como un apasionado de la literatura y el periodismo, pasiones que buscó contagiar siempre entre aquellos que estaban cerca de él.

Al salón de clases en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, por ejemplo, llegaba cubierto con una larga gabardina negra y con ninguna otra cosa en la mano más que un libro. Entonces se quitaba los lentes, que no dejaba de sostener en su mano derecha, abría la colección de entrevistas Protagonistas de la Literatura Mexicana, de Emmanuel Carballo, y comenzaba a leer en voz alta y con gran gusto alguna de estas conversaciones, que iba aderezando con conocimientos y anécdotas, que eran mucho más detalladas y emocionantes cuando se trataba de hablar de su maestro Juan José Arreola.

Y si de Arreola siempre dijo que todo aquel que tuvo la oportunidad de presenciar sus discursos sobre arte y literatura quedaba absotro una y otra vez ante su virtud expresiva, René Avilés Fabila, sin duda, aprendió de su maestro y supo no sólo transmitir sus conocimimientos literarios, sino contagiar su entusiasmo por el cuento, la novela, el periodismo, el teatro y la cultura en general, con ese matiz crítico, sarcástico y burlón que siempre lo caracterizó.

En cuanto a su literatura, las palabras escritor, novelista, narrador o incluso el mote de “la onda” (que le achacaron a él y a algunos de sus contemporáneos como José Agustín y Parménides García Saldaña), se quedan cortas. Salvo la poesía, René Avilés abarcó un amplísimo espectro. Si bien su primera novela Los juegos abrió su camino por la sátira con una crítica mordaz al ámbito político cultural de México, que continuó con Memorias de un comunista (maquinuscrito encontrado en un basurero de Perisur) o El gran solitario de palacio, también supo explotar una de sus vetas más amadas, la literatura fantástica. El gran ejemplo de ello fue Los animales prodigiosos, un libro que dijo, de propia voz: “lo amé”.

Con igual entrega se dedicó al cuento y al ensayo, o si vale decirlo, a la combinación de éstos, como en el libro La desaparición de Hollywood (y otras sugerencias para principiar un libro) (1973), entre muchos otros.

Si hablamos de periodismo, René Avilés también tuvo, al menos, dos facetas: el articulista político que, autonombrado marxista, se dedicó a exhibir los lados más oscuros, siniestros y ridículos de la “izquierda mexicana”, y la otra cara, la más prolífica, la más fructífera, la más noble: el impulso de proyectos periodísticos culturales, entre los que destacan la fundación del suplemento cultural de Excélsior, El Búho (1985-1999), que continuó después en forma de revista que mantuvo viva hasta hoy, y su infatigable y continua colaboración en más de una decena de publicaciones, con entrevistas, crónicas y reseñas del mundo cultural del país.

Además, creó la Fundación René Avilés Fabila, dedicada a difundir la literatura y fomentar la creación literaria a través talleres, conferencias, seminarios, publicación de libros y revistas.

Cada inicio de mes, o tal vez no en fecha tan precisa, pero sí cada vez que la revista El Búho salía a la luz, René Avilés llevaba una caja con decenas de ejemplares para regalarnos a sus alumnos, para contagiarnos de literatura y periodismo, nos invitaba a colaborar, a publicar en sus páginas, nos retaba a trabajar textos publicables; muchos de sus alumnos, en efecto, terminamos contagiados, no sólo del entusiamo de leer más y escribir más, sino de emprender proyectos literarios, y de dedicarnos con mayor esmero a lo que nos apasiona.

René Avilés Fabila no fue sólo un escritor o un periodista, fue, si nos dejamos envolver con la mitología que tanto le gustaba, un mensajero que llevaba las letras a donde sus posibilidades se lo permitieran. 

 

*Eduardo Gálvez (Ciudad de México, 1982). Es periodista. 

Revista Desocupado