Presentamos algunos poemas del más reciente libro de esta autora; versos que conforman el libro "Sirena Negra, mar de mis entrañas"
Sirena Negra, mar de mis entrañas es el más reciente libro de la poeta y periodista morelense Natalia Correa Márquez, publicado en un bello formato artesanal por la editorial Astrolabio. Un libro que ahonda, a través del cuerpo y la sensualidad, en los temas de la oscuridad, la depresión y la identidad. Un libro que nos ubica en un territorio de dudas más que de certezas, que nos invita a bucear junto a las sirenas que pueblan los versos. Hay que decir de Natalia que en el 2011 conformó el Colectivo Poemantas x La Paz, que se ha dedicado a promover la poesía en espacios públicos. Es locutora de Instituto Morelense de Radio y TV. En revista Desocupado publicamos una selección de poesía de su más reciente libro Sirena Negra, mar de mis entrañas.
Al poema se le nota esa exangüe virtud de vivir muriendo,
ese paciente cuerpo en soledad despierto,
la humedad por su paso en la lluvia,
la raíz en sus manos atada a la sombra,
el calor, lo ardiente, lo incierto,
al poema le duelen sus nombres,
cuando pulsa la sangre,
cuando el aire se cuela
por un rojo amanecer.
Roja lucha invócame,
viento rojo cúbreme,
roja sirena bordéame,
rojo sueño despiértame,
de aquella
muerte que ríe
en tus brazos.
Desiertos y grietas cortaran los labios
cada hueso abarcara un dolor distinto,
antes de la fiebre bebe la vida, bebe,
que el diluvio de los muertos ya vuelve.
Siniestros lenguajes trasformaran tus ojos,
desnuda caricia protegerá tu tiempo,
con palabras para soportar lo estéril,
para entender el luto y conocer el miedo.
Al poema le prenden fuego,
a la mujer la matan,
al hombre lo matan,
las verdades ocultan,
y así el corazón arrebatan.
En tinta roja el poema cede
sus enigmas
en tinta,
en mar,
en calma,
queda clavado
como espejo celeste,
así une las ausencias
se funde y por fin existe.
El recuerdo
no se muere del todo,
por eso este mar rojo
candente ceniza,
deseo que vierte y convierte
sin ninguna prisa.
Mar rojo…
defiende la historia,
de aquellos tiranos,
de aquellos idiotas.
La nostalgia me muerde
entre lágrimas puntiagudas
de híbrido carmín,
sé de sobra que hay días
donde todos vamos hacia la tristeza,
a lo no nombrado, hacia lo muerto.
Hacia el mar van los labios que ya no hablan
y apenas sobreviven,
¿Qué de malo tiene romperse?
en orfandad constante sin decirle a nadie,
en un día de no cumpleaños.
Presencia pura visión de fuego,
incandescente recuerdo
donde guardar aquello que termina,
aquello que enceguece,
con el brillo desnudo de la fiebre,
con la espera lenta y frágil de la muerte.
Corteza donde la belleza es el signo
y el agua su espesura,
musgo disperso que escribe y resbala
como música que araña a los amantes,
como silencio que trae al presente a nuestros muertos,
en un día de no cumpleaños.
Feroz magia que habita en ti para conocer la soledad,
confuso jardín donde habita el minotauro,
donde crecen las brujas,
donde humeantes aúllan las Sirenas,
todas ellas y yo cantamos hacía lo profundo.
En un no cumpleaños
alguien comienza a excavar entre sus dolores,
en un no cumpleaños
alguien apaga la vela de ese otro tantas veces,
y entre eternidad se derrumba,
y otros tantos intentan zurcir los pétalos a las flores,
y mientras tanto yo
en un cumpleaños
salto al vacío de la melancolía,
voy a ese mar que no se acaba nunca,
Mar …mar… de mis entrañas.
Una travesía que edifica
tan de golpe lo inerte,
trastorna ese mar tan radiante:
filosa boca que interrumpe y grita,
mientras la vida flota navegante.
Desde aquí parece enorme la noche,
como sirena negra te despertarás,
a la sombra de un mar
somos ya una sustancia
sanguinaria en cuerpos futuros,
vacío, dolor dormido demasiado agrio,
custodia gimiendo ante cielos quemados
artillera profunda y quieta sobre el agua.
Cíñete al oleaje,
torrente sin aliento, que florece sin retorno,
conserva tu belleza y tu misterio
has de ti evocaciones,
parpadeos expuestos en el limbo, apremiante exilio flotante
que oscurece con el tiempo.
Fresca danza de eco subversivo
falaz fulgor, desierto nido,
iluminada soledad de amor lento
y cuerpos vivos,
raudal vacilante que transcurre en silencio,
labios de Tántalo que consiguen esparcir el secreto,
ven a mí sirena negra, a cobijar todo lo incierto.
Busqué ser arpegio y sin embargo,
abrí tus heridas,
de ellas manaban palabras incomprensibles,
un instante en ebullición tuve tus ojos,
en un plácido instante conocí tu cuerpo.
Tú que por ahora deambulas inocente,
sabes que nuestro encuentro se vuelve
tierra firme de dientes blandos,
un mundo tranquilamente húmedo,
que no sabe sus alcances
tan sólo se presiente.
Los días se hacen largas noches,
vamos trasnochados como serpientes,
busco cambiarte el nombre
darte palabras en trinchera de fuego,
una imagen que lleva sólo resplandor
un tatuaje que se esparce solo
en el río de la vida.
Puede que tu dolor no lo note nadie,
puede que tu epidermis se hunda,
y que las señales mueran al caminar,
sin embargo, una flor se abre
cuando tus ojos me recorren.
Llevo una versión de tí tan silenciosa,
que apenas y puedo pronunciarte,
en un minuto se desnuda la memoria
y entonces salta en llamas.
Lector tú eres mi refugio,
tú eres mi aliento,
pero también la mariposa negra
que anuncia mi muerte,
viene a mi encuentro.