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"Sed Jaguar" de Antonio Calera Grobet

2019-07-09 07:57:36

Publicamos una selección del más reciente poemario de Antonio Calera-Grobet, un libro sobre los "muertos de toda una época que subyacen al texto y al suelo del México presente"

 

 

 

Autor prolífico, destacado promotor cultural mexicano, Antonio Calera Grobet es un personaje esencial para entender el panorama literario y cultural de la Cd. De México. En Revista Desocupado publicamos, con permiso del autor, el prólogo que el poeta Eduardo Milán, escribió para su más reciente libro Sed Jaguar, junto a una selección de poemas extraídos de este libro publicado por la editorial Bonobos.

 

 

Prólogo de Sed Jaguar por Eduardo Milán 

 

Si Sed Jaguar quiere decir aprovechar con una inmensa sed de decir lo ya es-crito, Antonio Calera-Grobet tiene clara su intención de escritura, lo cual es más que un mérito: es un acto de honestidad escritural.

 

1.

Se trata de dar una realidad caótica, la de un país que refleja de manera puntual el espanto de una lógica económico-político-social, la del capitalismo neoliberal y su crisis. Ese país es el México de Antonio Calera-Grobet y de todos los que padecen un sistema y un orden de cosas por demás injusto, un sistema –y un orden– desbordados. Es poco más que difícil –para ser moderados en calificación– dar una realidad como la que vive y ha vivido los últimos años México. La escritura parecería que no alcanza. Sobre el alcance o no alcance de la escritura es siempre posible decir algo o mucho. Es la historia de la escritura desde el siglo xix hasta ahora. Es la historia de la escritura desde el trío Baudelaire-Rimbaud-Mallarmé, una historia que se puso en jaque como arte y de ahí no pudo salir salvo por una razón doble: el olvido o la contradicción. El olvido es hacer de cuenta que no ha sucedido nada. La contradicción es seguir adelante con una escritura que revela desde adentro y desde afuera su reguero de agujeros, de pérdida y de imposibilidad. Y sin embargo, se sigue. Hegel lo vio en 1828: “Si el arte de hoy ya necesita ser estudiado como ciencia, quiere decir que ya es cosa del pasado como arte”. Y era cierta la previsión de Hegel. El arte es cosa del pasado. Con esta paradoja por delante, nada es posible y todo es posible. O como dice Augusto de Campos: “Todo está dicho. Nada está perdido”. Sobre esta base –a la que se agrega una multiacción des-programada de formas giran-do en el espacio de la escritura probable, dada la liberación de los reperto-rios formales– se tiene claro que la consideración de una escritura depende de la propia coyuntura desde donde se habla, es decir, de lo que la escritura crea para que sea posible hablar de ella. Ese es el “posible hablar” de una escritura desde la ruptura radical con la teoría que se practicó en el siglo xx (la “resistencia a la teoría” llamó Paul de Man a esa ruptura) y la inoperancia –no inexistencia: carencia de peso real– de toda crítica. Hasta ahora no mencioné la palabra “poesía”. La sustituí a propósito por un concepto más general, el de escritura, porque los géneros fueron arrasados durante todo el siglo pasado –y esto lo digo sin reproche oculto: el olvido de la distan-cia entre poesía y prosa dio en la primera mitad del siglo xx y poco más adelante mucho de lo mejor de su escritura: Joyce, Robert Walser, Beckett, João Guimarães Rosa, Juan Rulfo, Julio Cortázar, por acordarme de los más evidentes. Y porque Antonio Calera-Grobet se lleva por delante muchas cosas, entre ellas, esa diferencia. Sed Jaguar no tendría el efecto que tiene en el lector si hubiera una marcada frontera –cosa difícil en un horizonte del verso que no tiene medida– entre poesía y prosa. Tampoco si hubiera una frontera entre emisor y receptor, entre vencedores y vencidos –en términos de una guerra que sólo se menciona explícitamente en uno de los textos finales: Tamaulipas aparece como una metonimia extremadamente eficaz y con alta precisión de cifras. En Sed Jaguar hay un lugar destacado para la imprecisión, lo que constituye uno de los mayores atractivos del texto: la creación de un marco de referencias que pueden ser trasladados a cualquier espacio social en conflicto profundo y con pocas posibilidades de solución.

2.

El recurso a la enumeración caótica es una consigna que bordea el surrealismo. Digo bordea porque Saint-John Perse en “Anábasis” (1924) emplea el recurso sin ser un poeta surrealista. En poesía los beats hicieron estilo de esa posibilidad. Kerouac en su prosa, Ginsberg en poesía y Burroughs con su especial forma de “corte” ejercen una influencia hasta hoy en la poesía que quiere a la vez que ser “realista” crear un horizonte imaginario.

Si hay algo interesante fuera de lo común en Sed Jaguar de Calera-Grobet es precisamente el lugar que ocupa esa enumeración caótica en relación con las posiciones de un emisor que se plantea como itinerante en todo el libro: va de una autoconfesión de carácter biográfico a una descripción de una realidad concreta con datos y cifras (el Tamaulipas citado), pasa por un tú que a veces se eleva paródicamente a un Usted, y todo el tiempo alude a un él que puede ser un poeta, un editor, un enemigo común (un presidente, por ejemplo, o un gobierno nombrado al modo originalmente zapatista como “desgobierno”), los muertos de toda época que subyacen al texto y al suelo del México presente. Varios textos memorables aluden a poetas y textos canónicos de la poesía del siglo xx (el Neruda del “Tango del viudo”, el Fernando Pessoa de “Tabaquería”, el Allen Ginsberg de “Aullido”) y de poetas de mi generación sin mención explícita. Pero lo que “pega” de Sed Jaguar es a mi modo de ver la posición de un poeta que absorbe las contradicciones a las que se expone. En primer lugar, hay una parodia del lugar de la poesía y del poeta pero, al mismo tiempo, hay una idealización de la Poesía (escrita así, con mayúscula en varios textos) como una entidad que o bien se niega a mostrarse –y esto descarta como de pasada a los poetas realmente existentes o por lo menos guiña una mirada sobre su ineficacia– o sucede en cualquier lugar fuera de su topología semisacra, que como tal todavía tiene consideración en México. Luego, hay una desconfianza del tiempo presente, mientras este tiempo es ensalzado como el único que hay. Y finalmente, el texto apela a una apuesta de futuro retóricamente clara: se juega a un “habrá” que se venía anunciando como razón utópica subyacente desde el comienzo (el notable “Amaré”) porque sabe que es prácticamente imposible cualquier intento de restaurar una historia inmediata que arrasó todo límite. Aquí el texto de Calera-Grobet alcanza una mímesis perfecta con lo que quiere decir: es imposible hablar (ya no se diga el categorizado “nombrar” de la poesía) de lo ilimitado del desastre desde un límite preciso. El texto, con esa sed de mandato que ostenta desde el título, abarca un ho-rizonte sin frontera, porque medirlo sería traicionar la intensidad medular que lo hace posible. La última palabra del texto es elocuente: reconoce a la vez que ordena: “Con/su/mar”. Reconoce un “mar” consigo –de influen-cias, de multitud abigarrada entre líneas que le otorga su fuerza– y manda pasar del dicho a la acción.

 

Una selección con los poemas de Sed Jaguar

 

 

EL NATURAL

Nací el día del entrecruzamiento entre vivos y muertos, en que ambos se acurrucan entre flores y cantos, en un entrecerrado páramo de la realidad. Escorpión de noviembre dos, ruinas que veis pruebas a las que me remito, abrí los ojos cuando otros los sellaban para su boleto de magnánima gloria. Pamplinas, dirán, no importa el ciervo por ir al cielo o al matadero, pero cuaja mi vida en ese umbral en que todo se confunde, no se sabe si se ha comenzado a desdibujar o borrar nuestra figura, se mezclan el agua, el azar y el infortunio. En un santiamén caí a esta tierra de ahuejotes y tzompantlis, espejos soterrados por los templos de la cruz, las bellas llanuras del idioma redoblado en glifos, palabras y abecedarios. Como cualquier otro, cuando regrese a la tierra alimentaré las milpas con la grasa de mis viajes, mis pocas páginas con erratas, mis casuísticas, y será mi cadáver unto fresco para los humus del inframundo. Mírame. Miro las cosas como tú: me entusiasma el pan pasado por vino, y me paro frente al mar como lo haces y lo harán los hijos de tus hijos: asombrado, temeroso y absolutamente conmovido por el hecho de ser vivo. Soy un pedazo de cera que se guarece lo mismo en la sombra que en la luz cegadora de los pocos pensamientos que se ha hecho. Me hiere en la cal de los huesos la muerte no mía, que sobrevenga en la vigilia y me entiese con su brea la muy fría, si no la de los míos u otros con aire de familia. No temo arder, me gusta tocar pelo pero ando con cuidado de que mi sangre no toque el piso y los acicates no corten mi lengua. Soy, pues, un natural del día de los muertos, escorpión del dos y como a ti, me espesa la sangre el cauce que ha tomado la Bestia, la calma chicha de esta naturaleza muerta en que han convertido nuestra casa de lagos y montañas, de piedras y agua, caseríos vacíos y con sed. Y como tú me encuentro aquí supeditado a ello, en entredicho con ese algo, con tal sed de ser águila, de ser serpiente, de sed jaguar.

 

 

 

LA VAGUEDAD DE UNA CERTEZA

Aunque se sienta algo como pupilas de murciélagos colgados de una cueva, luminaria de cualquier calzada en esta ciudad adormecida, brilla por su ausencia la Poesía. Pero vaya que está cerca: como chalchihuites incrustadas en un enarbolado cráneo prehispánico, como destello en las pistas de un aeropuerto, como capullo al fondo de un canal de Xochimilco. Así es, señoras y señores aquí reunidos: brilla por su ausencia la Poesía pero quizá sea esa su gran virtud: hacernos creer como un Diablo que no existe, no respira aún en derredor. Sin embargo aquí yace, se deja sentir como ventisca entre el arte sacro despojado a los pueblos descalzos, como ancla rodeada de pe-ces en el vestigio marino, en un bosque de luciérnagas con sus alas de iridio, como nutria que se resbala en el río de los hombres.

 

 

EN EL INFIERNO DEL PATCHINKO

Todos fuimos sanchos en un camino de locos y cutres de algún modo. Y si aquello salió natural, como un quiote salió de nuestro pecho, al menos fuimos tal y como quisimos, tal como somos y seremos. Y ahora que tiempo ha, resumido en nuestra piel moteada de jaguar por tanto abrirse paso en la selva de los concretos, estas ruinas que ves, estas costillas que ves en caballos hechos jirones del Janis Kounellis que ves, significan que ya ni nuestras mi-gajas nos respaldan. En cualquier caso habrá que levantar. Arre, entonces en estos días, el mismo arre de arremeter la quijada en su lugar, el arre de pulir los cuerpos con su joyería de ungüentos, el arre de la mente en blanco del temazcal, arre y arre, pues, arre y arre que ya vamos tarde.

 

 

TÚ Y YO

Yo todo toro y tú que no querías, toro yo que te quería querer, querida, pero tú querías serlo por otro querer, no un toro ese otro, acaso novillo que sería. Y quisiste así al tal otro, mero loro sin decoro, pura pose sin Poesía. Pero uno así no es ninguno: por lo menos no un toro, querida mía: sólo una canasta de casta vacía. Poseerte como todo yo quería, levantar juntos por el mundo la Poesía, ser para ti un toro de verdad, pero tú no lo quisiste, vida mía. Y mírate: que ese otro querer te quiere ahora sin que sientas que cimbra tu vida, canasta tú también de versos y embelesos vacía. Y mírame: yo toro solo aquí, sólo soleando por la ganadería, en la ganancia sola de la nada, puras naderías y sin Poesía: carne agusanada, bulto de porquerías, saco de recuerdos y huesos, ya ni de toro, casi sin vida, que vale menos que nada sin ti, querida mía.

 

 

 

OSCURO

Seguro que hay Sol, mañana: ¿dime cuánto apuestas que mañana saldrá un Sol? Cada vez que te sientas triste y solo, tú levanta la frente y dite así: “Se-guro que hay sol, mañana, vas a ver que pase lo que pase, mañana saldrá un Sol”. Mañana te espero, mañana, ten calma, porque ese astro oscuro que ya asoma en el horizonte, nos guarda algunas horas para acabar de sangrar.

 

 

JUICIO A LOS MANCOS NATURALES

 

¿Habrá que decidirse siempre por uno entre todos?

¿Habrá que decidirse siempre por uno entre?

¿Habrá que decidirse siempre por uno?

¿Habrá que decidirse siempre por?

¿Habrá que decidirse siempre?

¿Habrá que decidirse?

¿Habrá qué?

¿Habrá?

Habrá

por ti y por mí

por ti y por mí y por ellos

por nosotros pues, todos los que miran

por los que miramos fijos a ese punto en el cielo

los que también quisieran mirarlo ahora y ya no están

ahora en que truenan las nubes y la saudade se pone a caminar:

y juzgar al fin, con la garganta a golpe de mazo, a aquellos que escondieron la mano.

 

 

 

Antonio Calera-Grobet. (México, 1974). Escritor, editor y promotor cultural. Ha sido colaborador de los más importantes diarios y revistas de México. Como editor de Mantarraya Ediciones ha publicado más de 60 títulos, en su mayoría obra primera de jóvenes escritores. Fue miembro del consejo editorial de la sección cultura de Reforma y colaborador de cultura de Milenio Diario. Como promotor ha dirigido proyectos para espacios independientes e instituciones como el Museo de la Ciudad de México, la Secretaría de Cultura del Distrito Federal, la Casa del Lago de la UNAM y la Fundación del Centro Histórico, donde fue miembro fundador y director del centro cultural Casa Vecina. Creador del proyecto de difusión cultural La Chula: Foro Móvil, una biblioteca rodante para la proliferación de contenidos literarios y artísticos en el territorio nacional. Desde 2005 dirige Hostería La Bota, como centro cultural para el tráfico de ideas desde el Centro Histórico a la Ciudad de México. Ha escrito columnas para el blog de la revista Letras Libres (2012-2014), la revista Variopinto (2013-2014), el portal de noticias Sinembargo (2016-2018). Actualmente escribe columnas para Este País

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