Mezclan rock y música tradicional, ya se presentaron en el Vive Latino de 2014 y continúan abriendo brecha desde su natal Chiapas. Aun así, aseguran: “Todavía existe un poquito de indiferencia o racismo tal vez. Toda esta onda de la política cultural está muy cabrón… Espacios hay muchos, pero no son tan dignos y no valoran el trabajo de las bandas. Y no solo aquí en Chiapas, en todas partes es así….”
México es un país diverso en muchos sentidos, entre ellos lingüística y culturalmente. En el territorio nacional se hablan aún 68 lenguas originarias además del castellano, de las cuales 12 están reconocidas constitucionalmente en el estado de Chiapas: tseltal, tsotsil, ch’ol, zoque, tojolabal, mam, kaqchikel, lacandón, qato’k, jakalteko, chuj y k’anjob’al. Desde hace ya 20 años en la región de Los Altos comenzó a gestarse un movimiento musical que tuvo su epicentro en Zinacantán con la lengua bats’i k’op (tsotsil) como estandarte.
A partir de entonces han surgido numerosas bandas en la región, las cuales se han valido de géneros como el rock para expresarse en su lengua materna. Entre estas agrupaciones se encuentra Yibel, conformada por Valeriano Gómez en la guitarra y voz, Ángel López en la segunda guitarra, Mateo Heredia en el bajo y Delfino Díaz en los teclados; todos ellos de San Juan Chamula. Además de Juan “Xun” Pérez en la batería y originario de Zinacantán. Este último charla vía telefónica acerca de la agrupación, que actualmente promociona su segunda producción discográfica: Kibeltik.
¿Cuál es la propuesta de Yibel en su nuevo álbum, Kibeltik?
"Identificarnos de las demás bandas y traer un sonido propio con fusiones rítmicas de la música tradicional de San Juan Chamula y Zinacantán, siempre llevando en alto nuestra identidad. En Kibeltik abordamos las raíces que nos identifican como pueblos originarios, nuestros ancestros, los conocimientos que guardan nuestros pueblos. Además, con este segundo material buscamos abrirnos más espacios, que sea un trabajo digno como cualquiera, que se nos respete, que se valore el trabajo que se está haciendo, no sólo en la música, sino en todas las artes que existen en Chiapas y en México".
El disco apenas fue presentado de manera oficial en octubre de 2016 en el Teatro Daniel Zebadúa de San Cristóbal de las Casas y contó con la producción del argentino Germán Alperowicz, quien también grabó su primer y único EP, titulado Yibel Jme’tik Banamil, que hasta hace poco era el nombre del grupo:
"Anteriormente la banda se llamaba Yibel Jme’tik Banamil, que significa ´raíces de la madre tierra´. Decidimos acortar el nombre porque a la gente de afuera le costaba decir el nombre completo, siempre lo pronunciaban mal; también en nuestras comunidades siempre decían ´va a tocar Yibel´, no decían el nombre completo, entonces por eso decidimos acortarlo a Yibel, que significa ´raíces´ y es algo más interno. Ya al disco le pusimos Kibeltik, que significa ´nuestras raíces´, pues consideramos que es un concepto que abraza los conocimientos ancestrales de nuestras comunidades".
Xun reconoce que en el proceso creativo de Kibeltik lo que más disfrutaron fue la convivencia y el trabajo colectivo, un proceso muy dinámico que poco tiempo después llevó a la banda a pisar escenarios inimaginables como el Festival Internacional Cervantino, la Feria del Libro Infantil y Juvenil (FILIJ) y la Facultad de Etnomusicología de la UNAM, donde prendas tradicionales como el chuj de Chamula y el pok’u’ul de Zinacantán, además de los maxes –personajes del carnaval en Chamula–, convergieron con guitarras eléctricas y amplificadores:
"Nos parecía algo muy difícil llegar a estos espacios. Para Yibel es una experiencia única en este poco tiempo que hemos promocionado el disco. En la Facultad de Etnomusicología dimos un concierto didáctico. Fue una experiencia muy chida porque nosotros teníamos dudas de qué pensaba un músico; hubo muchos maestros, mucha gente (que pensaban) que a las escuelas de música lo que les hacía falta era el espíritu y el corazón, que es lo que nuestra música tenía. Entonces nos sentimos muy afortunados de estar compartiendo lo poco que sabemos hacer mediante la música. Nosotros no estudiamos música, lo hacemos de corazón, con nuestro espíritu, somos autodidactas. Pero gracias a esas tocadas en el Cervantino, en la FILIJ, en la UNAM, se va ampliando el momento de la banda".
Aunque reconocen como influencias a bandas que han marcado la historia del rock como Pink Floyd, Nirvana, Black Sabbath o los Rolling Stones, hasta grupos como Caifanes –en el caso de Xun–, en su música se evidencia más la música tradicional de sus pueblos, a diferencia de otras agrupaciones de la región. Esto se debe a una razón muy sencilla:
"La principal influencia de la banda parte de la música tradicional de nuestros pueblos, porque la mayoría de nosotros provenimos de familias tradicionales: músicos tradicionales, curanderos, mayordomos. Mi papá es músico tradicional, lleva casi 40 años dando servicio en Zinacantán; Valeriano es músico tradicional desde pequeño, su mamá sabe tocar la guitarra tradicional, que en las comunidades es muy raro que una mujer lo haga; también es curandera. Mateo toca el arpa, Delfino toca el acordeón, entonces por eso surge toda esta temática de abordar la música tradicional como influencia principal".
Yibel se conformó en el año 2009, aunque años antes era muy raro escuchar rock en Zinacatán o en Chamula. El surgimiento de Sak Tzevul, banda pionera en este género etiquetado desde “Etno rock” y “rock en lengua” hasta “rock tsotsil” o “Bats’i rock” –aunque la banda maneja el concepto de rock ta bats’i k’op, “rock en lengua verdadera” –, aunado a la salida de algunos de los integrantes de Yibel para estudiar en San Cristóbal, donde conocieron amigos y músicos que ampliaron su universo sonoro, dio pie a la creación musical basada en los sonidos creados por los jbavajometik (músicos tradicionales).
¿Qué estigmas existen en torno a la música hecha por jóvenes pertenecientes a pueblos originarios?
"A veces mucha gente nos dice ´¿por qué no cantan en tsotsil pero en ranchero?´, ´¿por qué no hacen en cumbia?´ Yo creo que ya depende de los gustos de los jóvenes, el rock desde su surgimiento fue algo de rebeldía, de lucha, de resistencia, entonces eso también nos identifica mucho, no sólo a nosotros como jóvenes, sino a quienes se identifican con el rock tsotsil o rock en lengua; hablar en rock, digamos. El concepto ´rock´ es una palabra muy grande, muy simbólica, porque su significado es de resistencia, entonces mucha gente está adoptando este género como una forma de manifestarse, una forma de rebeldía".
Además, hay diversos obstáculos para bandas como Yibel, cuyo repertorio está hecho en bats’i k’op casi en su totalidad. Desde broncas económicas como viáticos para desplazarse a los ensayos y la falta de pagos por sus tocadas, pasando por la falta de lugares adecuados para tocar, hasta la discriminación. Ninguno de los integrantes vive de la música por ahora, pero están convencidos de que quieren entregarse de lleno a ella.
"Todavía existe un poquito de indiferencia o racismo tal vez. Toda esta onda de la política cultural está muy cabrón, el arte todavía no está tan chido como quisiéramos que estuviera. Otro problema son los espacios; a veces nos invitan a otros lugares a tocar, pero por el tipo de música que hacemos, cultural, no nos quieren pagar o te dan lo que quieren. Existen espacios en los bares en San Cristóbal, pero queremos buscar otros más dignos porque en esos lugares la música es algo secundario: la gente llega a tomar, a platicar, a echar desmadre; la gente va, no porque quiera ver a la banda, sino porque quiere cotorrear. Espacios hay muchos, pero no son tan dignos y no valoran tanto el trabajo de las bandas. Y no solo aquí en Chiapas, en todas partes es así".
Incluso dentro de las mismas instituciones se ven las dos caras de la moneda. El programa De Tradición y Nuevas Rolas, auspiciado por la Dirección General de Culturas Populares de la ahora Secretaría de Cultura, se ha dado a la tarea de apoyar la formación de los nuevos músicos a través de clínicas de teoría musical y la apertura de foros para tocar, dando la posibilidad a Yibel de presentarse en el Vive Latino 2014. Aunque no siempre se valora en su justo medio el trabajo de los músicos:
"Nos invitan a conciertos, te dicen ´te apoyo, pero no hay varo´. En todas las instituciones es lo mismo, nos preguntan que con cuánto nos pueden apoyar o cuánto cobramos, les dices y después te resuelven: ´no, es que no les podemos apoyar porque les estamos dando promoción´. Ya lo sabemos, llevamos siete años tocando y es lo mismo, que no hay dinero, que no sé qué. ¿Y por qué te dicen eso? Pues porque todavía te ven como algo pequeño. Creo que es mejor trabajar de manera independiente, así reconoces más tu trabajo, tu esfuerzo; al final, cuando ya logras algo, te sientes muy contento".
¿Cantar en bats’i k’op es un acto de rebeldía en un país que se niega a reconocer esta diversidad?
"Por una parte sí, pero más bien es un acto de resistencia, una resistencia cultural a no perder nuestra identidad, a no perder nuestra lengua. Cantar en bats’i k’op también es como decir ´somos bats’i vinik, bats’i antsetik´, hombres y mujeres verdaderos, como se dice en nuestras comunidades. Es una forma de lucha, de decir ´aquí estamos, no nos discriminen´. Queremos que nuestra lengua sea la guía o que algún día pueda reconocerse como cualquier idioma internacional".
En lo que va de este año, Yibel ha realizado una gira por diversos municipios del estado de Chiapas con el objetivo de llevar su música a otras comunidades y de esta manera sensibilizar a los jóvenes que no conocen su propuesta ni el movimiento de rock en lenguas originarias que se está gestando para que se acerquen más a sus respectivas lenguas y culturas.
Hasta el momento, ¿cuál sería la contribución de Yibel a la cultura bats’i vinik?
"Pues que la lengua se puede transmitir, que se pueden generar muchas cosas mediante el arte. La lengua es poesía, es música, es pintura, es arte, es identidad; que la lengua sea el vínculo para entretejer a las demás culturas, que la gente de las comunidades se identifique con sus raíces, con su lengua. No sé si lo hemos logrado, pero en los conciertos la gente se pone a bailar o a cantar nuestras canciones, yo creo que esa ya es una forma. Ahí en Chamula muchos viejitos a veces pedían Yajvalel Vinajel o Son Jlumaltik, que vienen en el primer disco y que han pegado en nuestros pueblos porque son esos sones tradicionales que identifican a la banda y al pueblo; ellos se identifican también con esas canciones, por eso las piden y se ponen a bailar. Y eso, eso nos enorgullece de gran manera…".
*Rafael Cervantes Flores. Autodenominado “obrero de la palabra” es periodista egresado de la FES Acatlán-UNAM. Apasionado de las culturas originarias de México, ha vivido en comunidad y aprendido las lenguas náhuatl, tu’un savi y yoreme.