Entrevista

 

«Es un gran momento para leer literaturas mexicanas que estaban en el olvido»: Soler Frost

2018-09-11 07:06:25

En esta charla, el escritor mexicano habla sobre los símbolos, Borges, y sobre cómo observa a la distancia «Legión», una novela que escribió hace más de 25 años y que hoy se reedita

 

 

 

 

Por Verónica Lugo*

 

 

Para las nuevas generaciones posiblemente Pablo Soler Frost sea un completo desconocido. Sin embargo, los datos biográficos del escritor dejan sin posibilidad de dudas lo mucho que ha significado su trabajo para la literatura contemporánea en México, no sólo por su aporte en las letras como novelista y ensayista, sino también por su desempeño como traductor. Una de sus contribuciones más notorias fue la que hizo con Legión –editada en 1991 y reeditada por cuarta ocasión en 2018 por Nieve de Chamoy–, novela que cuenta con una importante carga simbólica que hace gala de la avalancha de conocimientos que Soler Frost tiene sobre religión, historia y literatura latina.

Esta novela, que se sitúa en una atmósfera bizantina en donde se desarrolla una delirante trama sobre heroísmo, amistad y traición, es también un exitoso esfuerzo en cuanto a la construcción de sus personajes, pues deja a un lado los estereotipos de aquella época y propone por su parte individuos mucho más acordes y fidedignos. Otro atributo, dentro de la novela de Pablo, es la forma en la que erige la palabra a través de su escritura y la gran dimensión ideológica que posee; pero quién mejor que el propio escritor para explicar esto y hablar del «nuevo significado» de esta novela en la actualidad.

 

Legión fue la primera novela que escribiste, pero permaneció mucho tiempo resguardada hasta que, en 1991, tengo entendido, decidieron publicarla y ahora nuevamente la editorial Nieve de Chamoy la reedita por cuarta ocasión, con un nuevo prólogo, aumentada y corregida. Parece que este libro se ha convertido entonces en un clásico: ¿crees que esto sea criterio suficiente para reeditar una novela? ¿qué nuevas sorpresas pueden encontrar tus lectores en este relanzamiento? y sobre todo ¿qué significa actualmente Legión para ti? 

Yo creo que para reescribir una novela lo que se necesita, primero que nada, es estar no tan conforme con el primer resultado, uno se equivoca mucho y sin duda de 1991 al 2018, que Nieve de Chamoy la reedita, el mundo ha cambiado abismalmente y yo como escritor también en cuanto a mi forma de escribir y de pensar. El caudal de información se ha transformado. Cuando yo escribí Legión tuve la fortuna de estar estudiando en El Colmex, y allí dentro de la biblioteca José Villegas un estudioso mexicano, Salvador Miranda, había donado su biblioteca bizantina, lo que fue muy significativo en una época donde todavía no había facilidad de acceso a la información como la que existe en la actualidad. Por eso creo que fue prudente reeditar esta novela, que más que ser un clásico, para mí era importante buscar en todas las nuevas fuentes que iba yo encontrando, referencias o anécdotas que permitiesen redondear mejor la idea de la novela.

La novela ha tenido mucha suerte, pues más que ser un clásico, que siempre es una palabra que me parece me queda grande, creo que el sentido de reeditarla tiene que ver con el lenguaje y con el sentido de la aventura que permea en la novela, desde su primera edición, más que por la oportunidad. Siempre fue una novela a destiempo y, tal vez incluso hoy, también podría pensar que está a destiempo.

 

Disculpa que haga énfasis en esta pregunta, pero ¿cómo ha cambiado tu percepción sobre esta novela que escribiste en 1991, ahora en 2018?

La siento más inocente, pero a la vez menos inocente de lo que era en su época. Más inocente porque al ser una novela situada en el siglo Xl, y sobretodo habiendo sido escrita por un, más o menos, joven mexicano de aquella época, tiene cosas que en su momento fueron defectos y ahora son simplemente reliquias de esa época; como cristales (fragmentos) que se quedaron de esa época en el devenir de las cosas. Por otro lado, pienso que, en tanto, como hablamos de la sexualidad, del género, de la violencia y de cómo hablamos de la relación con los animales y la naturaleza evidentemente ha cambiado muchísimo del pasado siglo a hoy. Entonces, pensando que hay por lo menos dos generaciones de lectores que han aparecido, después de su primera publicación, creo que corresponde más a los lectores que al autor saber si tiene una pertinencia o no la tiene hoy en día.

 

He notado que más que una reconstrucción histórica fidedigna, Legión es una novela que se enfoca en el nivel simbólico de varios valores humanos, como los que mencionaste con anterioridad, ¿qué tan presente están en tu vida cotidiana, como escritor, los símbolos? Y cuéntanos, ¿ha sido Jorge Luis Borges un referente en tu forma de hacer literatura?

Sin duda la obra de Borges me deslumbró cuando era muy joven y me sigue deslumbrando hoy en día. Sus libros más significativos para mí fueron y han sido El Aleph, Evaristo Carriego y La Historia Universal de la Infamia. Me gusta creer que todos éstos tienen algo que ver con Legión, lo mismo que libros de poemas como El Oro de los Tigres o Los Conjurados.

En cuanto a mi vida cotidiana, creo que los símbolos son siempre, como decía Oscar Wilde, una materia muy peligrosa, y hay que tener mucho cuidado en intentar averiguarlos, pero tal vez para nosotros, como mexicanos es inevitable. Vivimos en un país extraordinariamente simbólico; tenemos una historia que todavía no terminamos, tal vez, de resolver; esos símbolos siguen allí y además siguen apareciendo. Un ejemplo son los hallazgos que se siguen encontrando en el Templo Mayor y la gran cantidad de zonas arqueológicas en la República. Todos esos descubrimientos materiales, pero también espirituales, de distintas naciones que habitaban lo que hoy es el territorio mexicano, han ido encontrando, a medida que han ido creciendo en cuanto a la recuperación de la identidad, una fuerza que puebla de símbolos a todo México; además de todos los símbolos nuevos que tienen que ver con las redes, con nuestra manera de relacionarnos y con los símbolos que van entrando al caudal imaginativo mexicano desde todas las latitudes, porque al final de cuentas las conexiones están allí. Desde luego, yo trato de llevar una vida lo menos simbólica posible. No me considero un símbolo ni a mis libros.

 

Basilio, el protagonista de esta historia, está deseoso de ser escuchado y quiere que su historia sea contada, pues cree que de esta forma puede impedir que algo terrible suceda, ¿crees que las personas necesitan ser escuchadas para así ser salvadas o remedidas?

Desde luego, todas las personas necesitan ser escuchadas y no sólo eso: todas las personas, absolutamente, necesitan narrar su propia historia y descubrir las tramas que traen dentro para así desentrañar su realidad. Respecto a la salvación de esas personas, no me atrevería a decir nada, pero sí creo que las personas crecemos muchísimo cuando logramos ir engarzando los acontecimientos de nuestra vida, sean en la realidad consciente, en los sueños o en la imaginación; cuando logramos unir esos sentimientos y darles un sentido, aunque éste sea efímero, sí nos estamos salvando a nosotros mismos.

 

Basilo y Pathmos son sin duda personajes que merecen la pena ser recordados en la literatura mexicana, pues éstos rompen con los clichés y se alejan por completo de los estereotipos que invadieron por décadas a las letras mexicanas: ¿crees que este aporte que has hecho, en cuanto a la construcción de personajes, provocó de alguna forma que la literatura mexicana haya comenzado a ser menos grupuscular y más universal?

Creo que no me corresponde afirmar eso, agradezco tus palabras, pero me parece que son los lectores los que pueden juzgar. Sin embargo, es cierto que cuando escribí Legión me interesaba que los personajes salieran de varios tópicos y de varias maneras de describir la realidad universal desde México, pero no me atrevería a decir tanto. A mí lo que me interesaba era ofrecer un poco de entretenimiento y, si acaso, pequeños enigmas literarios dentro de mi narrativa, pero sobretodo sí entretener al lector, porque es él quien está invirtiendo energía propia en comprar o en conseguir tu libro y lo que menos puedes darle al lector es un lenguaje rebuscado o intentar parecer más inteligente que él.

¿Cuál es tu percepción de la literatura mexicana en el actual panorama mundial?

Prefiero llamarles «las literaturas mexicanas». Las literaturas mexicanas se escriben desde México, pero también desde el extranjero y otras más, pienso, se redescubren porque ha habido literaturas mexicanas que han permanecido en el olvido o que no tuvieron, en su momento, la repercusión necesaria, pero por fortuna de pronto regresan. Sin duda hay literaturas mexicanas subsumidas, por el hecho de que todavía se habla de «La Literatura Mexicana», como si estuviese escrita en oro o en la gran cámara de escritores universales. Creo que hay muchas literaturas y creo que es un buen momento para algunas de esas literaturas mexicanas que están produciendo frutos muy ricos. Hay escritores muy mayores, pero también los hay muy jóvenes y gente que está decidida a apostarlo todo por lograr una expresión cada vez más precisa de aquello que, aunque puede dudarse, constituiría alguna de nuestras defensas o nacionalidades, porque creo que México es bien distinto de un kilómetro a otro.

Y dentro del panorama de la literatura universal, creo que ocurre lo mismo con la literatura inglesa, rusa, o de Indonesia. Son países que poseen muchísimas literaturas dentro. Es decir, no sólo existen diferencias entre sí, que haría que ciertas literaturas se parezcan más a otras que están alejadas geográficamente, si no que espiritualmente también hay muchos gradientes distintos.

 

¿Cuáles serían estos gradientes?

El tiempo. Yo creo que por ejemplo ahorita es un gran momento para leer a Rosario Castellanos, Concha Ortiz, Josefina Vicens; creo que es un gran momento para volver a leer a Elena Garro, ya un poco despojada de la sombra de quien fuera su marido (Octavio Paz). Por el contrario, creo que es un mal momento para leer a Octavio Paz y a muchos de los poderdantes de antaño. También me parece que es un buen momento para ciertos poetas liricos e incluso para acercarse a las literaturas indígenas.

 

Desde tu perspectiva, ¿cuál ha sido la curva de aprendizaje como escritor mexicano en el terreno de las letras?

En cuanto al aprendizaje individual como escritor me gusta pensar que estoy en constante aprendizaje. Es un nuevo siglo, que además es el primero de un nuevo milenio: estamos ante retos desafíos, sueños y pesadillas en los que no habíamos pensado más que en lugares como la ciencia ficción o como la literatura más arriesgada construida bajo psicotrópicos y que de repente esto sea real, y exista entre nosotros, es de gran impacto. De repente las cosas que escribió Ray Bradbury o las cosas que pintó Remedios Varo o las cosas que esculpieron escultores que desde hace tiempo dejaron de estar entre los vivos, y que ahora estén entre nosotros como realidad desde luego nos obliga a mirar hacia dentro para aprender quién eres, quién puedes llegar a ser o quién ya no fuiste, pero también está ese aprendizaje hacia el exterior y todo lo que está cambiando de forma acelerada, tanto que aún hay quienes piensan que esto es el siglo XX. Hace poco más de cien años, a finales del siglo XVlll, es decir, cuando empezaba el siglo XIX, ya había ocurrido la Revolución Soviética, estaba a punto de acabar la Primera Guerra Mundial y la gente ya estaba muy entrada en el siglo XX, aunque siguieran teniendo nostalgia o realidades del siglo XlX. Creo que nos pasa un poco lo mismo, estamos muy metidos en el siglo XXI; sin embargo, hay todavía muchas áncoras, muchos embelesos, muchas mentiras y antiguas verdades del siglo XX que nos siguen pesando como si fueran rémoras que lleva uno pegadas a la piel, pese a que éste es un tiempo que va a exigir mucho aprendizaje de nosotros.

 

¿Escribir debe ser un acto subversivo, necesario para remover conciencias, o un refugio para alejarnos de la realidad?

Las dos. Creo que alejarse de la realidad es un acto subversivo.

 

Finalmente cuéntame, ¿cuál es el siguiente pasó, cuántos libros tienes sin terminar y qué proyectos te faltan consolidar?

Bueno la última pregunta me encantaría contestarla, pero aún me falta consolidar miles de cosas. Estoy escribiendo ahorita un libro sobre murallas, otro sobre Goya y en algún momento he pensado en escribir una novela de ciencia ficción en la cual pudiera, yo, rendir homenaje a todas las lecturas que tuve de adolescente.

 

 

Imagen: https://bit.ly/2QmvVdk

 

 

 

 

*Verónica Lugo. Periodista y crítica incansable. 

Revista Desocupado