Ensayo

 

ESTADOS UNIDOS CAPITALIZO LA REVOLUCION CUBANA

2016-12-05 14:58:45

...se habla de Gabo, Fidel y el Che como una suerte de trinidad pagana...

 

Para el autor de este ensayo, la falta de crítica hacia figuras revolucionarias como Fidel Castro es una muestra de un "liberalismo ramplón", producto de una desolación espiritual ocasionada por la "Ilustración totalitaria" que ha tachado al cristianismo hispanoamericano de "oscurantismo"

 

Por Sebastián Pineda Buitrago*

 

La Historia suele escribirse y publicarse por los vencedores (iba a decir, por los vendedores), de tal modo que los periodistas de los medios masivos de comunicación parecen haber absuelto al “líder” de la Revolución cubana. Tengamos en cuenta que el tribunal de la Historia no absuelve o condena a menos que se trate de mundanizar a la Divina Providencia en una idea de Progreso indefinido. Decimos Historia para evitar un nombre auto-prohibido por nuestra sensibilidad posmoderna: Dios.

Quiero decir que el “líder” de la Revolución cubana, viendo las cosas desde el otro lado de la moneda, ha sido tomado como el héroe del capitalismo transnacional y desarraigado. No en vano Fidel Castro desarraigó y exilió de la isla a más del 20 % de su población. La mayor parte de ellos –casi 500,000 cubanos– se radicaron en Miami, la ciudad del mundo con más residentes nacidos fuera de ella. De Miami a La Habana hay 366 kilómetros, distancia baladí para el imperio más poderoso del planeta. ¿Cómo es que esta isla comunista supuestamente ha “desafiado” a semejante imperio durante más de medio siglo?

Preguntémonos si en lugar de un desafío no ha habido más bien, entre capitalistas transnacionales y acólitos de cualquier dictadura rentable, una gran conveniencia en mantener por tantos años a Cuba bajo el yugo de los Castro. Bajo una lógica histórica no tendría sentido después del desplome de la Unión Soviética. Sí lo tiene, sin embargo, para cierto sector financiero y universitario de Estados Unidos: entre más revoluciones se apoyen o se toleren allá en el “patio trasero”, más talento humano llega a las costas de Miami y Nueva York buscando asilo.

Estados Unidos también intervino –metió mano– en la Revolución mexicana. No de otro modo la guerrilla de Madero hubiera derrotado a Porfirio Díaz. También la embajada estadounidense jugó un papel decisivo en el derrocamiento de Madero durante la Decena Trágica (9 y 19 de febrero de 1913), y contempló con gusto –los camarógrafos de Hollywood hasta lo filmaron– los destrozos que hacía Pancho Villa por toda la república. Así ha pasado con Cuba y con Venezuela y probablemente algo parecido se desencadenará con Colombia.

Pasadas las dos guerras mundiales, el liberalismo más ramplón ha capitalizado los discursos acríticos y los clichés de la propaganda nazi y comunista a través de la Teoría de la Comunicación. Los medios masivos cuentan con el prejuicio acrítico característico de tales ideologías. En Hispanoamérica se habla de Gabo, Fidel y el Che como una suerte de trinidad pagana, lo que no refleja sino una desolación espiritual como consecuencia de una Ilustración totalitaria que se ha apoderado de la razón y que ha reducido la tradición de dos milenios (la cristiana) a “oscurantismo” o, como mucho, a lo interno de la conciencia. De semejante despotismo ilustrado se deriva un liberalismo masificado, cuyos profetas y santos son novelistas y guerrilleros.         

Hispanoamérica no ha podido asimilar del todo el marxismo, porque para ello hace falta la noción de Estado. Los ideólogos de nuestras repúblicas han sido ante todo neo-positivistas. Bebieron del socialismo lo que este tiene de mundano, es decir, evadieron la tesis marxista de la historia como lucha de clases, para abrazar a plenitud la tesis de Saint-Simon, según la cual, pobres y ricos olvidan sus diferencias en la lucha contra la Naturaleza. Movidos por la diosa Industria arrasaron selvas y ríos bajo un absoluto desprecio por el prójimo y por el Estado. Nuestras ciudades ya son megalópolis irrespirables que han engullido todo a su entorno. Si la Revolución cubana sigue dejando embelesados a unos cuantos se explica porque ellos también sueñan con un Estado dueño absoluto de los medios de producción, que los haga espías y policías de sus vecinos.

Cierta desolación espiritual invade los funerales del “líder” de la Revolución cubana. El materialismo histórico apenas posee una confusa escatología, la de secularizar y mundanizar el Reino de los Cielos a través de la dictadura del proletariado. La muerte natural es la única niveladora y justiciera social. No escatima entre revolucionarios y reaccionarios ni entre lacayos y príncipes ni entre servidumbre y realeza. No otra cosa canta Jorge Manrique en las Coplas a la muerte de su padre ni otra cosa vemos en la colección de versos medievales conocida como Danza de la muerte. El Cid batalló aún muerto contra los moros en Valencia, porque en el espíritu del guerrero cristiano nunca hay un desprecio por la metafísica. Todo gran guerrero es un teólogo. Es la diferencia con el sátrapa.  

 

*Sebastián Pineda Buitrago (Medellín, Colombia, 1982). Ensayista. Es académico-investigador del Departamento de Humanidades de la Universidad Iberoamericanan (Puebla). Doctor en Literatura Hispánica por El Colegio de México. Es autor de los libros La musa crítica (El Colegio Nacional, 2007), Comprensión de España en clave mexicana (Casimiro, 2014) y Tensión de Ideas. El ensayo hispanoamericano de entreguerras (UANL, 2016).

Revista Desocupado