Crónica

 

Derrumbe del mito de los millennials

2017-09-23 13:54:50

En este recuento, Alberto Cruz narra lo que sólo había visto en documentales o leído en libros de historia. Una tragedia que confirma la solidaridad que muchos sintieron perdida en la CDMX

 

 

Por Alberto Cruz*

 

Jamás pensé ver parte de mi ciudad destruida, no he visto nada similar con mis propios ojos. No a través de lentes de televisión, no a través de voces radiofónicas. Como hace 32 años la ciudad tembló pero se sigue sosteniendo en pie, la seguimos sosteniendo en pie. La gente que está sacando escombro no se ha detenido en su labor de encontrar a alguien con vida. Porque afuera, en las calles, sobre las banquetas, están las familias que con la esperanza en un hilo esperan por ver salir a alguien con vida. Pero también lloran porque se han quedado sin hogar, sin nada. Y esa fe está puesta a prueba. ¿Qué viene ahora?

La ayuda solidaria se ha movido por toda la ciudad en motocicletas, en bicicletas, a pie, en metro, en coches, en camionetas, en microbuses. Las autoridades una vez más son exhibidas por haber sido rebasadas, no así nuestra sociedad civil. Con palas, con picos, con cascos, cuerdas, guantes, lentes, lámparas, chalecos y, más importante aún, con fe. Sé que están afuera por que los vimos correr, los vimos con la desolación en los rostros cansados, con la voluntad en alto y la convicción de que hasta el mínimo esfuerzo suma para sostener esta ciudad en nuestras manos. Salimos a la calle a tratar de ayudar, no sabíamos qué hacer, posiblemente a muchos nos impresionó lo que vimos porque no habíamos visto nada igual antes.

Quizá no ayudamos en lo que teníamos que ayudar cegados por nuestro entusiasmo. Y es que es en estos momentos cuando descubres lo sensible que puedes ser ante situaciones que antes solo habías imaginado. En la calle, la gente se movía por las alertas que daban en Twitter, algunas de edificios colapsados fueron falsas y pronto nos dimos cuenta que una gran cantidad de gente, como nosotros que quería ayudar, estaba usando esa red para llegar a donde se necesitara el apoyo. Pero con todo y la gran ayuda que sí han representado estas herramientas digitales, la desinformación de las mismas se ha sumado para alimentar el caos.

Recargaba una y otra vez las redes sociales y con cada clic aparecían nuevas imágenes del desastre; esto es algo mayor. Esta realidad no es abarcable en una palabra o en una fotografía ni en un texto. La información que corre es mucha, a veces es confusa, pero la organización existe y la ayuda no ha parado, ojalá siga así.

Sí, vi a héroes reales, y me da gusto saber que esos héroes son esas personas con las que compartes esta ciudad, y que están entre nosotros. La realidad no tuvo comparación con lo que mi generación había visto en los libros de historia. Lo que imaginamos que fue el 85, esa concepción mental que teníamos se materializó.  ¿Creímos que nunca más nos volvería a pasar? Yo creo que sí. Pero la tierra nos recordó quién manda el 19 de septiembre de 2017. La indiferencia que muchos, incluyéndome, han señalado de los capitalinos fue, en su mayoría, puesta a un lado cuando vimos que se nos caía a pedazos la ciudad. Y parece que salimos todos a las calles a tratar de agarrar nuestra capital con nuestras manos, y la impotencia se apoderó de muchos al ver que era igual como querer agarrar el aire con las manos. 

Mi generación brilló por su participación, porque fueron en su mayoría jóvenes los que salimos a la calle a brindar ayuda, mucha o poca, pero ayuda al fin. Cerraba y abría los ojos como si esto fuera una visión, pero los escombros seguían ahí. Las brigadas seguían recorriendo la ciudad. Mi ciudad entre polvo y humo se encuentra viva, lastimada pero con el ánimo de que se levantará. Ya lo hizo una vez, aquella vez fueron nuestros padres, madres, abuel@s, tí@s los que lo hicieron, ahora nos toca unirnos a ellos y levantar esta ciudad nuevamente. Porque la habitamos, somos parte de ella y la amamos de una manera singular.

La ayuda no tiene que ceder, conforme pasa el tiempo después del sismo el entusiasmo por ayudar tiene que seguir en alto y, con mayor razón aún, bien organizado. Porque esto apenas comenzó, no sólo son los edificios derruidos, el verdadero problema lo enfrentarán quienes vivían en esos edificios. ¿Tendremos la capacidad de mantenernos solidarios más allá de las primeras horas después del sismo? Espero que sí, porque apenas empezaremos a darnos cuenta de la dimensión de la tragedia.

 

Fotografías: Jonathan Minila 

 

*Beto Cruz es egresado de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación y Periodismo por la Universidad Latina. Trabajó en Canal 22. Lector por vocación, escritor por necedad. Coleccionista de libros y revistas. Amante de la música, fan de The Doors, Héroes del Silencio y Molotov. Orgullosamente Coyoacanense.

Revista Desocupado