"Crudeza y belleza no son antónimos, son los tiempos del embrión" escribe Arnoldo Kraus sobre "Embryos"
Por Arnoldo Kraus
“… eres como casi nadie”, escribe Krauss. “Eres como el mundo, hermoso y crudo”, responde, se responde el lector mientras descubre, al unísono, la crudeza y la belleza en el viaje a lo largo de la vida incluidas en el raudal de imágenes de Embryos. Las vidas diferentes de las palabras de quien mira, y de quienes escuchan el susurro inicial de una vida llamada Embryos, y de las vidas segadas por seres humanos “completos”: “al menos catorce niños estallan en un mercado de pólvora y pirotecnia” son parte del ethos kraussiano. Crudeza y belleza no son antónimos, son los tiempos del embrión en el vientre materno cuya gesta no triunfa.
Leo unas líneas. Lo hago, así soy, en desorden. Desorden no es entropía ni caos. Es un modo de ser; una forma de adentrarse en los terrenos del tiempo, de la existencia y de la poesía. Krauss empieza, no termina. Los versos permiten ir y venir en orden, en desorden. La lid es clara: ir más allá, no detenerse: “todo lo que somos y lo que nunca no”, como los embriones cuando iniciaron el camino hacia la vida.
Dolor por no mirar, duelo por no ser mirado. Dolor y duelo vertebran el universo Embryos: al caminar dentro del poema, la bruma de lo nunca, la ilusión del deseo, el murmullo de la sangre al lado de heridas y la banalidad de una vida truncada retratan la angustia de las palabras: “no eres diferente de las personas muertas que nunca se van”. Dolor como alma, duelo como esperanza. Las palabras de Krauss suturan el alma, su alma, y elaboran tejidos diversos para aminorar el duelo. Embryos busca: romper el duelo, aparcar el dolor.
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La Naturaleza es prodigiosa. Lo saben los microscopios y los muertos cuyo final se dilató meses o años gracias a los efluvios de células dotadas de sustancias pequeñas, pequeñitas, diseñadas para vencer a sus congéneres enfermas. Lo sabe Krauss. Sus palabras desvelan sus secretos: antes de escribir dialogó con espermatozoides y óvulos y observó el baile donde ella, donde él, persigue a su pareja.
Embryos nació del dolor; mientras la vida aguardaba, lápiz y papel se recrearon en el cuerpo y en los sueños de la autora, o en el mundo onírico cuyo telar mantiene al cuerpo, “mis sueños están hechos de mi cuerpo”. Como la vida, como la muerte.
"Grieta existencial" podría ser el subtítulo del poema. Las palabras inquietas, “quien no es tú”, las palabras fúnebres, “escribir en nombre de ancestros que no vivieron para conocerme”, las palabras amargas, derrotadas, “no tienes cara”, reflejan la grieta existencial. Krauss escribió Embryos desnuda. Arroparse era imprescindible. El único remedio para vestirse y regresar a las células germinales fue escribir.
A continuación una selección de Poemas de Camila Krauss del libro Embryos (Editorial El Humo, 2018)
buenos días sueño de vacas
de ordeña y ubres
buenos días sueño olvidado
buenos días inseminación y vigilia
buenos días joroba de la tristeza
una desgrana frutas
y pierde cabellos, uñas y menstruaciones
uno hace jugo de las frutas y no piensa en los huertos
herida sutura
eres como casi nadie
eres imposible y desentrañado
milímetro celular y estallido
eres ése sexo
enrollado
calamar
liquen
absoluto
no tienes cara
es una cosa muy triste que te lloren por dentro
que llore el llanto y la ciudad ombligo
llorar celestialmente con la fuerza de las turbinas
y subir a un avión sin torre de control ni pista de descenso
cascabel pequeñito
en ti quedar de ti estar despeñándome
en mi cuerpo
seguir haciendo miel de huérfanos
mis sueños están hechos de mi cuerpo,
igual que tú, óvum negro
arrancar te rompe
la canela es corteza
infusión de lascas
sorbos
ese olor hasta en las sienes
macerarse
seguirse disolviendo en té
de árbol
los astros pueden no regresar
y ese miedo en la médula es la médula
y una campana matutina
la naturaleza es siempre un exceso que nos amenaza:
despertar
fecundar dolor
escribir, inmolar
en nombre de fisuras
y una mórula de amor inconcebible. 35
ecos miniatura
de ti en todos lados
lenguaje que por sí solo no basta
vida que por sí sola no basta
para salvar la vida
la montaña tiene miedo, el dorso del cielo palpita
eres la mancha del poema en la página del New Yorker
un punto láser en sueños y dos pastillitas de melatonina
eres como las personas muertas que nunca se van
es difícil de explicar lo que ocurre en la opacidad
lo que se ve no es oscuro
lo que se oye no es nítido ____
quién no es tú
antes de que el tiempo comenzara sin detenerse
cenizas muertas
relámpagos atados
la aparición de esas caras
la multitud, los pétalos y la rama
el Río Amur, el ganso, la bicicleta,
celo,
el vaho de los arcanos enanitos
los ecos miniatura, la mancha del poema
en la página del New Yorker, sinceridades aleatorias,
partir la semana por un jueves, 66 días para cambiar un hábito
el horizonte
las montañas de abajo