Crítica

 

ESE FUTURO TAN PRESENTE

2017-01-17 01:16:18

De "The Twilight Zone" a "Black Mirror". El autor de esta crítica realiza un análisis comparativo de la serie distópica producida en Gran Bretaña por Netflix

 

 

Por Omar Delgado*

 

 

Uno de los recuerdos más vívidos y entrañables de mi madre es el momento en que ella, su padre y sus hermanos se sentaban en el desvencijado y único sillón que tenían, encendían el televisor de bulbos y se deleitaban con el capítulo semanal de la serie Dimensión Desconocida (The Twilight zone, Estados Unidos, 1959). Ella me refiere con asombro la manera en la que mi abuelo podía sumergirse en historias que eran, en apariencia, muy lejanas para un hombre de su circunstancia –ya que él fue un mecánico diesel que nació en 1911 y que nunca conoció las ciudades y suburbios en donde se escenificaban la mayoría de los capítulos del serial–.

Por fortuna, la permanencia y universalidad de las historias de Richard Masterson, Ray Bradbury y Charles Beaumont, ­–entre muchos otros guionistas que nutrían el programa de Ron Serling– las hacían, y las hacen, disfrutables para cualquier público, incluso para el adolescente promedio de principios del siglo XXI que en apariencia está tan vacunado de maravilla.[1]

La mejor ciencia ficción, como la que alimenta a La Dimensión Desconocida, es la que tiene como eje narrativo principal la relación del ser humano con el desarrollo tecnológico y la manera en que este último afecta la vida cotidiana. Sin importar que en una historia de este género aparezcan naves espaciales, razas alienígenas, clones o implantes cibernéticos, lo que define su impacto en la mente del espectador es el tratamiento acerca de la condición humana y de la manera en que la tecnología la trastoca. Era ese factor el que permitía que mi abuelo se conectara con la serie y la disfrutara a pesar de que jamás había visto un reactor nuclear o un cohete espacial.

En ese sentido, Black Mirror (Gran Bretaña, 2011), serie televisiva que hasta el momento cuenta con tres temporadas, también hubiera sido de las favoritas de mi abuelo. Sus historias se ubican en un futuro cercano en el cual muchos de los adelantos científicos que actualmente están en desarrollo (tales como los implantes intracraneales, las interfaces neuronales, la inteligencia artificial extendida, entre otros) ya son una realidad práctica. Los capítulos de Black Mirror, al igual que los de The Twilight Zone, son autoconclusivos y manejan un tema unitario –aunque forman parte de un mismo universo diegético, lo cual permite intertextualidades muy interesantes–.

 

 

Otra característica de la serie es su sólido casting, que incluye a actores tan notables como John Hamm (el célebre Don Draper de Mad Men) o tan reconocidos como Bryce Dallas Howard (quien ha participado en películas como The Village y Lady in the Water, ambas de M. Night Shyamalan, y que además ganó un Globo de Oro en el 2008).

¿Qué más se puede encontrar en los capítulos de este “Espejo Negro”? Se puede resumir en una palabra: zozobra. Las historias de la serie televisiva confrontan al espectador con las consecuencias de dejar que la tecnología entre a su vida, presentándole dilemas éticos, morales y filosóficos que, o bien ya está encarando, o enfrentará en unos cuantos años.

En estos capítulos se presentan tópicos como las posibilidades de vivir en una sociedad en la que el valor de una persona se tasa por el número de likes que puede captar en sus redes sociales (Nosedrive, Tercera temporada, capítulo I), las formas con las que una persona puede obtener una vida eterna a través de la nube informática (San Junipero, Tercera temporada, capítulo IV), las consecuencias de experimentar con una interfaz neuronal que es capaz de escanear tus miedos más profundos y presentártelos como un juego de survival horror (Drivetest, tercera temporada, capítulo II).

Otros capítulos abordan fenómenos sociales nada lejanos, como el hecho de que un personaje de ficción se convierta en un factor de control político a nivel global (The Waldo Moment, Temporada I, capítulo IV), la manipulación sensorial de tropas de élite por medio del uso de interfaces ópticas (Men Against Fire, tercera temporada, capítulo V), o los alcances de utilizar unidades de almacenamiento de memoria con las que una persona puede recrear los mejores o peores momentos de su vida una y otra vez (The Entire History of your Life, temporada I, capítulo III).

A nivel historia, el gran mérito de los capítulos de Black Mirror es que nunca se olvida del factor humano. Los guiones se toman su tiempo para establecer tanto las complejidades de los personajes como de las redes sociales que entablan con su entorno. Así, el espectador se involucra con todos y cada uno de ellos, haciendo que en verdad su trágico final sea perturbador e inolvidable.

Hay capítulos que sobresalen por su maestría narrativa. A mí en lo particular me siguen obsesionando San Junipero y Men Against Fire; sin embargo, invariablemente todos logran su cometido: dejar al espectador con el desazón de vivir en un mundo que se está tecnificando a pasos agigantados y en el cual el ser humano es cada vez menos relevante. Si bien en las distopías más célebres del siglo XX, tales como 1984 o Un mundo feliz, se presentaba al hombre como engrane de una cruel maquinaria social, en las historias del “Espejo Negro” las personas son nodos en una superred proclives a ser desconectados y sustituidos en cuanto sufren alguna falla.

De seguro a mi abuelo le habría fascinado, aunque no hubiera tenido cuenta en Facebook.

 

Omar Delgado (1975) facedor de ficciones. Tiene publicadas las novelas Ellos nos cuidan (Colibri,2005) y El Caballero del Desierto (Siglo XXI, 2011). Esta última ganadora del premio de narrativa Siglo XXI-UNAM- COLSIN 2011.

 

Arte en fotografías: Ian Sebelius (Montreal, 1990) estudió Comunicación Social en la UAM Xochimilco. Es postproductor en Efekto TV. Vive en un mundo de mentiras fabricando fantasías.

 

[1] En mi calidad de maestro de secundaria me permití exhibir algunos capítulos de la legendaria serie a mis alumnos. Ellos también quedaron impresionados por la fuerza narrativa de sus capítulos.

Revista Desocupado

 

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