Crítica

 

¿Qué hizo Banksy?

2018-11-06 07:14:44

¿Por qué personas que antes satanizaban el arte «stencil» ahora pagan millones por una pieza de Banksy? Esto trata de responder Rosario Loperena en el siguiente texto

 

 

 

Going, going, gone...

“El arte por su inmediatez es una expresión inadecuada para la captación y

realización del espíritu, por lo que en vez de explanar la verdad, es el velo que la cubre”

O.C. sobre Hegel

 

 

Por Rosario Loperena

 

 

¿Qué significa lo que hizo Banksy hace algunas semanas?

¿Fue un gesto de anarquía?

¿Un coqueteo con el desorden público?

Es una prueba del absurdo, del cada vez más absurdo mercado, eso es definitivo, pero analicemos con calma este acto.

¿Es que una casa de subastas como Sotheby’s no hace una exhaustiva revisión física de las piezas que ingresan a una sala donde pujarán decenas de sujetos multimillonarios?

¿Anti bombas, anti ántrax, anti todo?

Ok. Creamos que la pieza Niña con Globo y su trituradora secreta, pasó todos los filtros de seguridad y no levantó sospechas. Ya bastante sospechoso y digno de risa es que una élite se congregue en torno a un “grafiti” enmarcado en madera tallada que emula los palacios del siglo XVII. Grafiti que proviene del latín “scariphare” y que significa incidir con estilete o punzón sobre una superficie, y que en la práctica ha significado: irrumpir, incidir ilegalmente sobre un espacio urbano —propiedad privada, propiedad del gobierno— con un mensaje antipoder, ha sido una metáfora de la expropiación de esos espacios mediante trazos y colores de escándalo para arrancarles de las manos a los poderosos el espacio público, intervenirlo, hacerlo para todos. Esta expresión, que ha sido el estandarte de movimientos libertarios, ya entró al museo, a la galería y al mundo de cifras estratosféricas, desde hace años, resignificándose por completo. La gran broma de Banksy ha sido demostrar cómo la validación de una pieza, por parte de un grupo en el poder, en este caso del mercado del arte, puede asignar un valor económico, fuera de proporciones, a piezas fuera de proporciones, es decir, a algo que esa misma élite ha despreciado y castigado históricamente, pero esto tampoco es nuevo.

El pochoir, que había pasado de ser una protesta al fascismode Mussolini, al usar el mismo lenguaje del stencil para criticarlo, luego llegó al Pompidou con Black Le Rat (influencia principal de Banksy).

¿Pero qué es lo que realmente ha validado este grupo, hasta llegar al extremo de estar colgando en Sotheby’s un conjunto de trazos hecho por lo que ellos típicamente han llamado vándalos?

¿Validan la técnica de la pieza?¿Le asignan valor económico a su mensaje subversivo?

¿Aprecian sus materiales? ¿Su hechura? ¿Qué es lo que compra un comprador de un Banksy?

COMPRA UN BANKSY. COMPRA A BANKSY.

Paga por su nombre y comprarán cualquiera de sus actos.

Esto coloca a ambas partes (artista y comprador) en una posición ambigua:

Por una parte, la élite que juzga y posiciona al artista a través de la aceptación, subasta, difusión y venta, se convierte en un cliente sin cuestionamiento ni crítica alguna sobre la obra.

Por otro lado, el artista adquiere una libertad casi absoluta para jugar con los mensajes, formas y canales de las piezas, pero bajo el auspicio de lo mismo que critica.

La obra se convierte entonces en un producto que se comercia.

Para Banksy, la obra es lo menos importante de la pieza.

Entonces. ¿De qué habla Banksy en el momento en el que suena la alarma y desgarra el lienzo?

Justo quiere hablarnos de intercambio. De los nuevos valores de esta economía.

Entre los monjes tibetanos, la costumbre de hacer mandalas con millones y millones de granos de arena de colores durante horas horas y horas que son un transcurso de eternidad para el pensamiento, para luego destruirlos, borrarlos, desordenar la perfecta armonía alcanzada por la arena, es una demostración de lo fugaz, irremediable y absurdo del ego, de la razón, de la realidad misma. Es una muestra de desapego, humildad, paciencia y comprensión del ciclo de la vida: LA DESTRUCCION (makara, porque lo único que permanece en la vida es el cambio, así en el fluir, se evade el sufrimiento).

Entre la creación del mandala y su destrucción, está la meditación.

Entre el inicio del protocolo en Sotheby’s, la llegada, el vino y el momento en el que la pieza fue vendida, los cálculos mentales de los euros.

Luego el sonar de la alarma. La meditación capitalista, esperaba un Banksy, ¿pasivo?

Bastante apolítica era en específico esa pieza. La Niña con Globo estaba más cerca de la belleza que de la movilidad.

Nos sorprende, nos maravilla la destrucción de la obra, las expresiones de preocupación y llanto de los asistentes y los corredores. Nos ponemos de pie ante la burla de Banksy. Nos encanta. Sin embargo, el valor de la pieza, al haber pasado por la trituradora de la mente maestra de Brístol, aumentó en al menos 30% su valor. Repetir entonces la pregunta, ¿qué está pasando con esta pieza en relación con el dinero, que incluso estando “rota” es más valiosa?

La destrucción no destruyó la obra. La gente pagará lo que sea por una firma, ya lo demostró Banksy en Exit through the gift shop, no es la pieza, lo que vende, es el sujeto, un señor con hoodie, sin rostro, haciendo cosas ilegales con thinner, cosas bellas, subversivas en Gaza, en Chiapas, en Londres y con todos los reflectores que le permiten ser comprado en millones. Sí, a él. A él lo compran y él podría vender un sándwich mordido como Britney Spears y alcanzaría cifras alucinantes.

En este contexto, ¿qué sería lo subversivo, si al final Banksy está siendo colocado en la misma posición del “artista clásico”?

—EL ANONIMATO

Si la Niña con Globo no tuviera autor, no valdría nada. No sería susceptible de tener un costo.

Ya no sería una mercancía.

Banksy sabe que se burla del capital siendo el capital mismo y se mueve con la misma inercia que los engranes de la maquinaria.

¿Bajo qué valores? ¿La democracia?

Banksy hace arte para todos. En la calles muestra las ironías y desgracias del mundo.

Arte para todos mostrando el horror del capital, acumulando capital, mostrando su absurdo, siendo parte de él.

¿Es subversivo hoy, mostrar el sufrimiento? ¿O se usa como un elemento compositivo en una obra, tal como textura o la luz?

Pensemos en dos de las últimas piezas de Banksy: Les Miserables, que incluye código QR para ver un video de represión con gases lacrimógenos y el hotel Walled Off, en Cisjordania, que hospeda huéspedes que pagan altas cifras por tener la peor vista del mundo.

Banksy se tambalea entre un fluxus brillante y el colmo del pop, pero lucrando con cada crítica, es decir, disfrazando un argumento.

¿Es que Banksy se burla de todo, excepto de él mismo?

¿Quién pierde, quién arriesga, quién disfruta con el performance del desgarramiento del lienzo?

El capitalismo ofrece un crisol de “ofertas” y “ganancias” para la mayoría, pero en esa inmensa masa, quiere resaltar al individuo —lo engaña y lo homogénea— la masa se convierte entonces en un conjunto de individuos casi indiferenciados, que creen ser diferentes o especiales por sus hábitos de consumo.

La obra de Banksy, en este contexto, ¿de qué lado se inscribe? ¿Es crítica o cómplice? Y si bien, él se ha caracterizado por bordear la línea que divide la protesta de la complacencia, esta pieza cristaliza su naturaleza autofagocitante , como el capital mismo. Ni la “destrucción” o el “daño” pudieron evitar que fuera devorada, y sí renació como “otra” pieza más cara, que es más cara gracias al daño que le propició el artista. En este orden de ideas, me parece que en esta era donde es difícil evadir el rayo de la neoliberalización, los únicos escapes, los modelos de anarquía son la gratuidad y el anonimato.

Mientras Banksy siga firmando, la rueda de las ganancias, seguirá girando también en una sola y misma dirección.

 

 

 

 

 

Rosario Loperena. Poeta, nació en la Ciudad de México en marzo de 1985, autora de los libros Cajas (FETA-2015) e Historia de los huesos de un caballo (2016). Se dedica a escribir sin rimas, hace fotos y recorre la ciudad. Tiene un blog: www.chikipunk.tumblr.com. Twitter: @rosariomelusina. Instagram: @chikipunk.

 

 

 

 

Revista Desocupado

 

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