Crítica

 

Texas I Love You: los distintos lados de la aguja

2019-01-23 12:57:55

 

 

 

“Claro que la imaginación siempre puede abrir cualquier puerta, girar la llave y dejar paso al terror.

Truman Capote

 

 

Por Sebastián M. Brenes*

 

Inicia una toma aérea sobrevolando una autopista de Texas. Después desde un vehículo observamos a los lados extensos sembradíos que evocan la sesión de un camino solitario. Viajamos a alta velocidad hasta que encontramos una señal de desvió que lleva a un camino anexo que conduce directamente al sitio. Luego de unos minutos, frente a nosotros, aparece una gran estructura de cemento, rodeada de verjas y alambres. La toma vuelve abrirse, y nuevamente desde el aire sobrevuela el edificio, observamos techos grises y deteriorados, patios donde reconocemos las figuras de algunas personas vestidas de uniforme; y al final, un cementerio donde podemos distinguir algunas cruces. La cámara retrocede y vuelve a elevarse hasta que parece ingresar por una pequeña ventana. Avanzamos por un pabellón iluminado y con rejas a los lados. La toma llega hasta una puerta verde que es atravesada hasta enfocar una camilla en forma de cruz. Estamos en el pabellón de la muerte, en la sala donde nos aplicaran la inyección letal.

Así podría empezar el guión de un documental basado en el nuevo libro del poeta chiapaneco René Morales Hernández, llamado Texas I Love. En este proyecto, Morales tiene acceso a las historias de latinoamericanos recluidos en una prisión en Texas, que fueron ejecutados, a causa de una sentencia por asesinato. A partir de esto, René indaga en sus delitos y en sus últimas palabras registradas, como un canal para abordar la psique de estos supuestos asesinos.

Aquí se nos podrían presentar nuevas tomas del documental, similares a cuando Truman Capote habla en la celda con Perry Smith, en la película Capote, que narra cómo este escritor llega a redactar su reconocida novela A Sangre Fría, después de entrevistarse frecuentemente con el asesino de una familia estadounidense condenado a la horca. Ahora, una pregunta que golpea es: ¿Quién se atreve a meterse en la mente de un asesino para sacar lo más humano de todo a través de la literatura? Pero aún más allá, ¿quién se atreve a meterse en la consciencia, no de uno, sino de decenas de condenados a muerte, para rebuscar las reflexiones que estos personajes pudieron experimentar antes de ser ejecutados?

René Morales lo intenta, se expone frente a ellos, aunque fuera a la distancia, y al final del trabajo (y de consultas psicológicas y psiquiátricas), nos ofrece un libro que inicia prácticamente con una nota de Warning. Después divide la obra por secciones denominadas con el nombre de los gobernadores del estado de Texas; donde se indica el número de ejecuciones que firmaron durante sus periodos. Posterior a esto, nos encontramos con los nombres de los condenados, que como retratos, son los títulos de las historias, pues en cada página hayamos los relatos que nos pondrán en todos los lados de la aguja.

En este punto, cada uno de estos personajes, se nos podrían presentar dentro del documental con la característica toma de un reality, esos tan comunes, que ahora nos ofrecen canales como History, Animal Planet u otros, que durante un programa con cierto tema, aparecen los concursantes en primer plano, externando sus emociones por una situación específica, como cuando están a punto de ser eliminados del concurso, solo que esta vez en lugar de externarnos esas superficialidades, los recluidos nos cuentan cosas como: después de que mi esposa huyó de casa, fui a buscarla a casa de mi cuñado Juan Garza, al no encontrarla decidí matar a la familia completa con un cuchillo, robé el auto de mis víctimas. Es de destacar que me pasé un semáforo en luz preventiva. Fui detenido por el oficial Rusell Lynn, quien murió al recibir tres disparos a quemarropa mientras me pedía los documentos. Después asesiné a tres ancianos en Hempstead, sin ningún motivo. Después secuestré a una familia de cinco personas a quienes obligué a que me llevaran hasta Pasadena, Texas; en esta ciudad volví a secuestrar a otra persona, a quien obligué a llevarme a la frontera en donde fui detenido, ésta es la historia de Elías Moreno que René nos narra (y que modifiqué ligeramente para efectos de esta reseña); o «Lo que les quiero decir a todas las personas que me llaman asesino a sangre fría, es que yo le disparé a un hombre que me disparó a mí primero; ¿llaman a esto equidad y justicia? ¿Este es su concepto de equidad y justicia? ¿Ésta es la equidad y justicia americana?...», que son las últimas palabras de Henry Martínez, otro de los condenados. Y por último: «que putas le voy a decir yo acerca de la muerte/ acerca del futuro de los que estamos condenados/ qué mierdas hace usted leyendo este poema» o «Quiero decirle solo una cosa:/ yo también soy una víctima/igual que usted /pero vamos, no se asuste/ahora se lo dice un fantasma/a través de un poeta marica» que son parte de los poemas sobre Irineo Montoña y David Cruz que René Morales nos ofrece.

Con este formato de documental, el libro Texas I love you presenta importantes virtudes. La primera de ellas, es que René logra abordar cada historia lejos de cualquier valoración moral, permitiéndonos que en cada detalle que encontremos en la lectura, seamos nosotros quienes decidamos hacer juicios. Nos plantea escenarios desgarradores y brutales, pero cargados de una expresión estética, que es imposible evadir un sin número de experiencias que nos empujan a los extremos. Así también, logra confrontarnos, que es otro de los puntos altos del libro, pues rompe con la cuarta pared, por utilizar una expresión del teatro, y nos involucra en algunas escenas con frases como: «Vamos, no sea hipócrita, yo sé que a ustedes también les atrae/el mundo del dinero fácil…» o «me imagino que es un poco molesto para usted/estar hablando conmigo en este momento/en que podría estar haciendo algo mejor/en compañía de sus seres queridos…». De esta forma nos colocan también en la celda, frente a frente a quienes muchas veces también juzgamos a la ligera, y somos tomados del rostro y nos obliga a escuchar sus últimas palabras. En ese instante, tal vez recordaremos a Elías Moreno cuando en uno de los poemas nos dice: «lo único que quiero/ es que me tenga un poquito de miedo».

Pero hay un tema de fondo que el libro aborda de manera sobresaliente, y que es recurrente en la obra de Morales, la idea del Sueño Americano. Así que en nuestro documental, al presentar cada personaje se nos podría proyectar un flashback de cómo llegaron a los Estados Unidos, en qué condiciones cruzaron las fronteras, cuáles eran sus expectativas al llegar a este país, mientras mezclamos imágenes de ciudadanos promedio estadounidenses, abasteciéndose en el supermarket de provisiones; ya que es noche de ejecución y será trasmitida en horario estelar. La escena cambia cuando el personaje en su celda continúa reflexionando sobre su emigración a esta nación en la que sus habitantes ahora observan desde los sillones (con cerveza, soda y comida rápida) su muerte como «un espectáculo triste/para este país que nos odia tanto…».

Pero René se aleja de toda victimización, y al contrario, abofetea ese patriotismo americano que incomodará o provocará molestia, líneas como las que narra con ironía y sorna José Medellín: «no hay acto más patriótico/que morir gracias a tu país/ahora que como de su comida/uso su ropa y hablo su idioma/puedo asegurarles/el sueño americano se ha cumplido para mí».

Texas I love you es un libro que a como se lea, de un tirón o en dosis, es imposible salir ileso, pues es probable que en cada historia René Morales Hernández nos conmueva vaciándonos las lágrimas mientras nos inyecta con rabia; o nos lleve hasta la compasión más inexplicable mientras utiliza el terror para envenenarnos como ratas.

El documental va acabando colocándonos como cómplices de una ejecución más, como testigos del apocalíptico vaticinio que Arturo Díaz nos hace antes de cerrar sus ojos. Luego la cámara nuevamente se va elevando sobre su cuerpo inerte y aún amarrado en forma de cruz, y se va alejando hasta salir sobre la prisión. Finalmente la pantalla se nos queda en negro; y en letras blancas aparece la frase: Esto es América y el show debe continuar.

 

The End

 

 

*Sebastián M. Brenes (Heredia, Costa Rica, 1983). Escritor y Gestor Ambiental y Cultural. Perteneció al Taller Literario Netzahualcóyotl de Heredia. Participó en la organización del Festival Internacional de Poesía de Costa Rica, sede Heredia y Caribe. Miembro fundador de la Asociación Cultural TanGente. Organizó el Encuentro Arte Comunidad, proyecto que formó parte del Corredor Cultural TransPoesía, entre Argentina, México y Costa Rica. En el 2013 publica su libro Antimateria. Una segunda impresión se realizó en el 2014 por la editorial Public Pervert, Chiapas, México.

Revista Desocupado

 

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