Crítica

 

"Vice": un retrato del injerencismo norteamericano en el Medio Oriente

2019-02-01 05:04:27

La nueva película de Adam Mckay "no decepciona" pues toca temas como la intervención estadounidense en Iraq

 

 

 

Por Verónica Lugo*

 

 

La película anterior de Adam McKay, The Big Short (2016), ya sentaba un precedente sobre la manera tan peculiar y particular en la que el director escribe y hace cine pues en ésta aborda el cinismo descarado con el que Wall Street se aprovechó de las debilidades y los huecos del sistema bancario, igualmente ambicioso, que sin medir riegos regalaron, prácticamente, todo tipo de créditos hipotecarios para la financiación de viviendas, lo que terminó por generar La Gran Crisis Financiera de Estados Unidos de 2007 ( que actualmente se continua pagando). Deuda que, además, se extendió a muchos lugares del mundo, desembocando en el alza de los precios de los alimentos a nivel internacional, una nueva crisis hipotecaria en Inglaterra, recesión en Japón, una situación economía insustentable en Grecia y una tasa de intereses desvergonzada para tarjetahabientes en México y Latinoamérica.

Con semejante antecedente era de esperarse que Vice, El Vicepresidente (2019), última cinta de McKay nominada a 8 Premios de la Academia (incluidas las categorías de mejor película, mejor director, mejor guión, mejor actor, mejor actor de reparto y mejor actriz), generara tantas expectativas entre quienes han reconocido el trabajo del también director de Anchorman: The Legend of Ron Burgundy, (2004). Y la verdad es que Vice, igual que las anteriores no decepciona pues toca temas complejos como la intervención militar de las tropas norteamericanas en Iraq, sin apelar al sentimentalismo patriótico.

Los personajes que nos presenta el director no son héroes, tampoco son entrañables, al contrario, son expuestos sin matices y nunca es condescendiente con ninguno de ellos. Con el espectador se comporta de la misma manera, no lo subestima, por el contrario, cree que éste es capaz de comprender la política exterior de Estados Unidos siempre y cuando se represente sin términos rebuscados que lo confundan, valiéndose solamente de hechos y claro rompiendo (como es su costumbre) con la cuarta pared1 pues igual que en The Big Short, existe un narrador que habla directamente con el espectador para que este no pierda el hilo de la historia. Este narrador es nada menos que Kurt (Jesse Plemons), un militar norteamericano apostado en Medio Oriente que poco después de estar en la guerra entiende cómo funciona ésta y quiénes se sirven de ella. Kurt podría parecer irrelevante pero no es así ya que McKay lo usa magistralmente en el clímax de la película para darle mayor peso al mensaje que desea trasmitir al espectador.

Aprendiendo a jugar a la guerra

Vice inicia con la juventud de un desenfrenado Dick Cheney, quien no es más que un borrachín y un buscapleitos que abandona sus estudios en Yale, pero esto no dura demasiado tiempo pues pronto conoce a su mujer Lynne (Amy Adams) quien le pone un alto a su patética conducta para incentivarlo a buscar un lugar en el Congreso. Pero Cheney carece por completo de carisma y su popularidad no alcanza para nada por lo que decide iniciarse como interno durante la administración de Richard Nixon.

Una vez instalado en la Casa Blanca, el novato Cheney aprende de los mejores (o mejor dicho de los peores) a manejar la política para favorecer al sector privado y no al pueblo “democrático” norteamericano. Esto se acrecienta más justo cuando Dick Cheney vive en carne propia el escándalo del Watergate pero no sólo sale ileso, aprende de Nixon, y sus allegados, a acosar a sus opositores, a establecer alianzas con políticos más fuertes y a utilizar los servicios de inteligencia como la CIA y el FBI para quitar de en medio a activistas con buenas intenciones que intervienen en los “intereses del gobierno”. Es decir, aprende como hacer uso del abuso del poder, sin pagar las consecuencias.

Vice se asimila mucho a Jailbird (Pájaro de Celda), novela de Kurt Vonnegut escrita en 1979, pues igual que ésta recurre al humor negro para destapar la porquería que se esconde detrás de los intereses de la clase política dominante (del mundo) mediante un personaje, igualmente deleznable que Dick Cheney, Walter F. Starbuck2, quien a medida que la trama avanza revela el lado más oscuro del poder y el dinero. Sin embargo, a diferencia de la novela escrita por Vonnegut, El Vicepresidente no busca centrarse en el escándalo del Watergate (aunque como ya lo he mencionado antes si lo toca como un precedente para entender mejor la dimensión psicológica de Dick Cheney), tampoco se enfoca en la Segunda Guerra Mundial, ni en el hecho de cómo varias multinacionales norteamericanas se vieron beneficiadas a raíz de esto. Esta película pone mayor énfasis en la guerra por el petróleo y como Estados Unidos se valió de la “Guerra contra el terrorismo” para intervenir en la soberanía de Iraq para saquear los recursos de dicho país, bajo la excusa de la defensa de la paz, mediante el desarme, la cuál (en el discurso) suponía un riesgo para la libertad.

 

A merced de los persuasores

Vice es justamente eso, un llamado al pasado para no olvidar la indiscutible responsabilidad de Estados Unidos y el Reino Unido en la invasión y el saqueo de Iraq. De hecho, Estados Unidos (por aquellos años) nunca había tenido índices de popularidad tan por debajo, en el resto del mundo, como ocurrió cuando Bush (manipulado por Cheney) y Blair (primer ministro del Reino Unido) decidieron hacer caso omiso de las criticas mundiales para sacar ventaja del país más débil de Medio Oriente cuyo gasto militar representaba entonces una tercera parte de países como Kuwait3. Vice es, también, una biopic, no autorizada, de Dick Cheney, político y empresario norteamericano que podría haber manejado a su conveniencia, mientras ostentaba el cargo de vicepresidente de Estados Unidos, las operaciones de la Casa Blanca, entre 2001 y 2009, periodo en el que George W. Bush estuvo al frente de la nación más poderosa del mundo y cuyo gobierno benefició a grandes corporaciones petroleras como Halliburton, misma en la que Cheney fungió como presidente ejecutivo y accionista.

Esta cinta además de revelar la injerencia que Cheney tenía sobre Bush en cuanto política exterior, también cuenta con escenas demasiado sórdidas pero bellamente construidas. Una de ellas es cuando el director le sugiere al espectador que la intimidad de los Cheney se resuelve muy al estilo del Macbeth de Shakespeare en donde Dick le revela a su esposa Lynne, mediante un dialogo rebuscado, que aceptará ser el vicepresidente de los Estados Unidos (puesto irrelevante para cualquier político de su talla) sólo porque cree que puede manipular a su antojo al inexperto George W. Bush quien está deseoso de sorprender a su padre quien no lo ve más que como la oveja negra de la familia por sus escándalos con el alcohol y las drogas. Y es justo en esta desesperación que Bush acepta que Cheney se encargue de “los tópicos aburridos” que tienen que ver con la política energética, la política exterior y la Seguridad Nacional.

Otra de estas escenas atractivamente bien lograda, pero que no buscan más que exacerbar al espectador, es cuando Dick Cheney junto a sus allegados de confianza Donald Rumsfeld (Steve Carell) y Scooter Libby (Justin Kirk) son atendidos por un mesero aparentemente latino (Alfred Molina) que les ofrece una carta que resulta un deleite para el paladar de cualquier genocida psicópata republicano. Dicho manjar se compone de un atentado terrorista, invasiones militares, saqueo, violación a derechos humanos, espionaje, una guerra sin oponentes que estén a la altura, una prisión como Guantánamo y un sinfín de atrocidades más cuya presentación tiene que ver con la guerra en Iraq, hechos que por hoy resultan innegables en la historia en la larga lista del intervencionismo norteamericano.

Institucionalizando el control y el poder

Vice hace un minucioso repaso en la vida política de Dick Chaney un hombre enfermo de poder que ostentó cargos importantes como Jefe de Gabinete en la Casa Blanca, Congresista por Wyoming, Secretario de Defensa (durante la administración de Bush padre) y finalmente Vicepresidente de Estados Unidos (con George W. Bush); pero también desenmascara, sin tapujos de ninguna índole, la forma en la que Estados Unidos ha trasgredido (desde hace tiempo) el derecho nacional e internacional. Un contrasentido cruel e irónico ya que con su discurso pro democrático y libertario hace lo que presume combatir.

Ejemplos hay muchos. El golpe militar en Brasil en 1964, instituyó un estado de seguridad nacional que ni los propios nazis hubieran imaginado. Esto inspiró una serie de acontecimientos similares en el resto de Latinoamérica como Argentina en 1976; o Chile en 1973, país que sufrió las consecuencias del golpe de estado que buscaba, entre otras cosas, derrocar a Salvador Allende y terminar con la ideología socialista que crecía entusiasta en el resto del continente; esto devino en un sinfín de mandatarios sádicos en Chile sostenidos y respaldados por Estados Unidos. Otro modelo del intervencionismo estadounidense es la “lección” que los vecinos yankies les dieron a los nicaragüenses sandinistas mediante el gobierno de Reagan quien se encargó de lanzar una guerra terrorista a gran escala contra Nicaragua que significó al mismo tiempo una advertencia para el resto de los países de Latinoamérica que respaldaban la ideología antiimperialista, patriótica y nacionalista. De igual manera Guatemala se convirtió, gracias al intervencionismo militar estadounidense, en un campo de matanzas cuando los revolucionaros trataron de devolverle a los campesinos sus tierras y reclamar los bienes nacionales. Un paradigma más podría ser la invasión de 1989 en Panamá, la cual representó la matanza deliberada de cientos de civiles, devolviendo el poder a la élite blanca.

En conclusión, Vice es una película tremenda, sumamente critica que llega en un momento cáustico en donde el derecho internacional de Venezuela pende de un hilo, debido a la práctica propiamente indolente de Estados Unidos; misma que ha funcionado desde la administración de Ronald Reagan hasta nuestro tiempo. Cinematográficamente cuenta con recursos riquísimos como un final ficticio y un chiste postcréditos que resulta divertidísimo, pero igualmente aterrador. El Viceresidente es sin duda una película imprescindible y necesaria para entender mejor la política exterior de Estados Unidos la cual se ha valido, desde hace décadas, de la manufactura de conflictos deliberados para intervenir en la soberanía de otras naciones. Una crucial parodia política que evidencia el hiperfascismo vinculado a la mafia petrolera capitalista en donde los "accionistas" son los que mandan.

 

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1 Termino que se le acuñe a la acción en la que un personaje, de ficción, interactúan con el espectador dejando momentáneamente el papel que representa para tomar consciencia de lo que es.

2 Protagonista de Jailbird, libro escrito por Kurt Vonnegut en 1979 que goza de una magistral sátira, sarcasmo e ingenio.

3 Noam Chomsky, El mundo después de Iraq.

 

 

*Verónica Lugo. Periodista y crítica incansable.

Revista Desocupado

 

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