Crítica

 

"Los Jugadores" o los secretos vitales

2017-07-24 16:26:44

En esta obra de Pau Miró, cuatro personajes, al final de sus vidas, reflexionan sobre el tránsito por el mundo y revelan algunos de los secretos de la existencia

 

 

Por Pablo García Mejía*

 

 

Dicen que el teatro es magia y pasión. Para mí es una marejada de sangre, de fango, de gestos y ondulaciones; de crisis y éxtasis, de extravagancia y melancolía; de misterio y desolación. Es una zambullida en el agua única e irrepetible. Y en donde jamás ocurre un entretenimiento, sino un soplo de vida que ataca a la muerte de nuestros cansados y abrumados días.

 

Se abre el telón y se obscurecen las luces:

Aparece una pequeña cocina que se va llenando con cuatro hombres viejos que han visto pasar sus mejores días. Los cuatro son muy distintos y se han juntado para jugar una partida más de póker: en realidad una mezquina rutina. Los cuatro se profesan un amor fantasmal, más que un amor fraternal. Cuatro mentes perdidas en un mundo que ya no les pertenece y en el que ellos poco tienen que ver. Uno es barbero, otro es enterrador, el siguiente es actor y, por último, se encuentra el profesor.

El barbero está impregnado de ironía y amargura que las resuelve con una melancolía y soledad creciente y acepta la infidelidad de su esposa con una resignación exasperante, y se arrastra hasta la ignominia con tal de no obtener su abandono. El actor es un veterano de los castings que pocas veces, sino es que casi nunca, logra el papel por el que va a luchar; no obstante, tiene una rara predilección por la mente en blanco, es decir, por el momento en que el actor de teatro, en pleno escenario, olvida su dialogo, un momento aterrador para cualquier inérprete. Además, es un cleptómano incorregible y cínico. En cambio, El enterrador es un malandrín mal hablado que se cree conquistador, pretende en todo momento liberar a Irina, su amante-prostituta de las garras de un proxeneta que la atosiga; ella tiene la peculiaridad de contarle cuentos y, aunque él es aparentemente un cobarde insensible, de pronto da un giro en su pusilánime existencia e increíblemente ocurre lo inesperado bajo un halo de valentía que lo transforma notablemente. Al final se encuentra El profesor, un hombre decente que dialoga con su padre muerto y que no se perdona no haber resuelto, en el pasado, un problema matemático. Siempre que puede muestra sus tesoros: una cajita que tiene una bala, un disco de Dean Martin, un santito de plástico y un pañuelo. Es un ser apacible que avanza entre la derrota y el desasosiego.

Cada uno es parte de la decadencia corporal, pero no humana. Aún hay entre los escombros un alma que los dirige, una luz que les impide rendirse ante la vulnerabilidad de la rutina que los carcome a diario. De pronto el azar y la vida les dan una salida, una puerta peligrosa y atractiva que se abre ante ellos y surge la posibilidad de cambiar todo: una peripecia que transforma lo miserable de sus vidas en algo único y maravilloso.

Los Jugadores. Una obra de teatro en donde los cuatro actores muestran su misteriosa magia para obtener una réplica de la vida, sumergiéndose en la carne de sus personajes para arrancarles y mostrar los secretos de la existencia con su arte e ingenio inagotables que cautivan a su auditorio. Una obra extraordinaria llena de sabiduría que exhibe la sustancia de la vida en una porción verdaderamente terapéutica.

Los Jugadores, de Pau Miró, con las estupendas actuaciones de José Alonso, Héctor Bonilla, Patricio Castillo, y Salvador Sánchez. Bajo la dirección de Luis Eduardo Reyes. En el Teatro Xola.

Pau Miró Caparrós (Barcelona, España, 1974) escribió originalmente esta obra en idioma catalán, y después, se tradujo al español y al italiano, versión que recibió, en el año 2013, el Premio Ubú a la mejor revelación extranjera. También han destacado sus obras: Balas y sombras; Sonrisa del elefante; y Llueve en Barcelona que ha sido traducida a más de 10 idiomas y se realizado en versión radiofónica y cinematográfica.

Luis Eduardo Reyes (Guadalajara, Jalisco, México, 1958) es dramaturgo, escritor y director de Cine y Televisión. Se han estrenado sus obras de teatro: De interés social (1988; adaptada al cine con el título: Un golpe de suerte, 1991) del que se hizo acreedor al Premio Sogem 1987; y La vida secreta de dos cualquieras, 1993; del que recibió el Premio Punto de Partida. También, obtuvo el Premio Nacional de Obra de Teatro para Niños, 1987 por su obra: Alegría; y el Premio Dramaturgia Actual 1995 por El viejo de la condesa. Asimismo, es director de Cine de las películas: Amor letra por letra, 2009; Más allá del muro, 2009; y, Qué pena tu vida, 2016.

 

 

*Pablo García Mejía (Ciudad Valles, San Luis Potosí). Autor de las novela La miseria del espíritu. Masacre del 68 y de los poemarios El último día del verano y Ciudad sin crepúsculos. Guionista y narrador, su último libro es El vendedor de ataúdes, editado por Colofón. 

 

 

Arte en fotografías: Yesenia Torres (Ciudad de México, 1992). Egresada de la UNAM. Es periodista, el cine y la fotografía más que sus pasiones son su manera de entender el mundo.

Revista Desocupado

 

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